Tómese incienso y échese a las brasas, pensando e implorando a Hécate (diosa de los encantamientos); luego se volverá al circulo, y situándose en su centro, impló-rase con la mirada y el pensamiento el apoyo de los astros diciendo:
«!Oh¡ Hécate, diosa en la tierra y Proserpina en los infiernos:
¡Oh! madre de las sombras, reina suprema del ejercito de los muertos, no lances contra mi tus legiones, ¡Oh! Hécate , antes bien haz que se pongan a mi servicio. ¡Oh! triple Hécate, gran diosa que presides los encantamientos en este fuego que se te ofrece, el incienso va a arder en tu honor :
¡Oh! que tu divinidad venga a mi, que tu poder me rodee;
que mi padre el cielo no ha de mostrarse ofendido.
Por Hécate:
¡Oh! Genio de los aires :
por Hécate, almas en pena de los muertos;
por Hécate ¡Oh! almas agitadas de las inferiores regiones;
por Hécate, acudid en mi ayuda, sed mi palanca, sed mi ejercito.»
Después , saliendo del circulo, tomareis en la mano un poco de incienso para ofrecerle a los genios, y entonces formulareis vuestra petición. Después , quemad pan y vino, consagrando en general a las almas que sufren, y una vez hecho así diréis:
«Por Hécate, yo he llamado a las legiones del aire en el silencio de noche, la fausta armada de los Obs: a los unos he ofrecido el incienso que les gusta; a los otros el pan de que están ganosos. Así, pues, mientras que potentes , los astros brillan, que las fuerzas invocadas actúan, como un soberano envuelto en su manto de purpura, tu servidora, ¡Oh! Hécate, va a abandonarse al sueño de la confianza.»
Extracto de: Tratado elemental de magia practica, Papus, Un grimorio de brujo .Pag 509