La sabiduria de los Arboles

Para los celtas, los árboles constituían la base de sus vidas. Les proporcionaban herramientas, armas, remedios, tintes y edificios. Se consideraba que los árboles poseían un espíritu guardián: cada vez que había extraer de uno de ellos parte de su madera, se acudía a el para pedirle permiso. Antes de proceder a dicha extracción por motivos puramente prácticos (para la manufactura de herramientas o la construcción, por ejemplo), se le avisaba, con el fin de que el mismo replegara su energía de la rama o de las ramas que iban a cortarse. En el caso de que su madera fuera a utilizarse con objetivos mágicos o medicinales, se pedía al árbol que dejara parte de su energía en la madera que se iba a cortar para que quien la utilizara pudiera sacar provecho de la sabiduría y propiedades curativas de su energía.
Se consideraba que las armas, las herramientas mágicas, los cayados, las medicinas y los tintes funcionaban con más fuerza y eficacia se guardaban en su interior la energía del árbol.
Fuera cual fuera el propósito de la extracción de la madera de un árbol, los celtas le presentaban siempre una ofrenda como intercambio por la energía y para honrarle por el don concedido.
Cuando tenían que extraer un considerable volumen de madera, para la construcción de un edificio, por ejemplo, se pedía permiso al guardián del bosque y se presentaban las ofrendas ante el o bien ante un árbol abuelo o abuela (ósea los árboles mas viejos del bosque).
Los celtas mostraban un profundo respeto por toda la creación; por eso, cada vez que se servían de algo perteneciente a ella lo hacían con una ceremonia y veneración.
No se abordaba ninguna tarea sin reflexión o con egoísmo. Cuando precisaban madera solo extraían la necesaria, aprovechaban para el fuego los árboles muertos o caídos, e incluso entonces dejaban una ofrenda como señal de agradecimiento al guardián del bosque.
Los celtas también tenían muy en cuenta las diferentes características de los árboles con los que estaban en contacto. El roble, por ejemplo, es un árbol fuerte y resistente y, ya que vive muchos años se le consideraba fuente de una mayor sabiduría. Quien deseaba tales cualidades en su vida trabajaba con la “medicina del roble”.
El sauce, por otra parte, es amante del agua y se caracteriza por su flexibilidad, por ello se vinculaba con el flujo y el equilibrio emocional. También en este caso, quien buscaba tales cualidades en su vida trabajaba con la “medicina del sauce”, y así buscaban en cada árbol la cualidad y la aprovechaban en sus vidas.

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