La Divinidad

Diosa y Dios

Todas las religiones son estructuras basadas en la reverencia a lo Divino, y la Wicca no es una excepción. La Wicca reconoce la existencia de una fuerza divina suprema, inestimable, absoluta, de donde surgió todo el universo.El concepto de tal fuerza, mucho además de nuestra comprensión, casi fue perdido en
la Wicca debido à dificultades que tenemos en relacionarnos a ella. Entretanto, los Wiccanos acceden a esa fuerza por medio de sus deidades. Conforme los principios de la naturaleza, a
fuerza suprema fue personificada en dos seres básicos: La Diosa y el Dios.
Toda deidad mostrada en este planeta existe como arquetipo del Dios y de la Diosa. Los complejos panteones de deidades surgidos en muchas partes del mundo son simplemente
aspectos de esos dos. Toda diosa reside en el concepto de la Diosa. Todo dios, en el del Dios.
La Wicca reverencia esas dos deidades por sus eslabones con la naturaleza. Una vez que la mayor parte (pero ciertamente no toda) de la naturaleza está dividida en género, las deidades que la simbolizan fueron concebidas de modo similar.
En el pasado, cuando la Diosa y el Dios eran tan reales como la Luna y el Sol, los ritos
de culto y adoración eran desestructurados una unión espontanea y placentera con lo Divino.
Posteriormente, los rituales pasaron a seguir el curso del Sol a través del año astronómico (de
ahí las estaciones) así como el crecer y el menguar mensual de la Luna.
Actualmente, ritos similares son observados en la Wicca, y su ejecución regular de
hecho crea una intimidad mágica con esas deidades y con las fuerzas tras de ella.
Felizmente, no precisamos aguardar por la época de los rituales para acordarnos de la
presencia de los Dioses. La visión de una flor perfecta en un campo árido puede suscitar
sentimientos tan fuertes como los originados por los mas poderoso de los ritos formales. Vivir
en contacto con la naturaleza torna cada momento un ritual Los Wiccanos se sienten a la
gana al comunicarse con animales, plantas y árboles.

Ellos sienten a la energía contenida en piedras y en la arena y hacen que fósiles
hablen sobre sus orígenes primitivos. Para algunos Wiccanos, observar el nacer o el poner del
sol y la luna diariamente es un ritual en si, pues son los símbolos celestes del Dios y la Diosa.
Una vez que la Wicca ve lo Divino inherente à la naturaleza, muchos de nosotros se
envuelven con la ecología – salvar la Tierra de una mayor destrucción por nuestras propias
manos. La Diosa y el Dios aun existen, como siempre existirán, y para hónralos nosotros
honramos y preservamos nuestro precioso planeta.
Siguiendo el pensamiento Wicca, las deidades no existían antes que nuestros espíritus
ancestrales tomasen ciencia de ellas. Entretanto, la energía detrás de ellas ya existía; fuimos
creados por ella. Los antiguos sabios reconocían esa energía en la forma de La Diosa y del
Dios, personificándolos en una tentativa de entenderlos mejor.
Los Antiguos no murieron cuando las antiguas religiones paganas cedieron al
surgimiento del cristianismo en Europa. Muchos de los ritos desaparecieron, pero no eran los
únicos eficaces. La Wicca está viva y bien, y las Deidades responden a nuestros llamados e
invocaciones.
Al visualizar a la Diosa y al Dios, muchos de los Wiccanos los ven como conocidas
deidades de religiones antiguas. Diana, Pan, Ísis, Hermes, Hina, Tammuz, Hécate, Ishtar,
Cerridwen, Thoth, Tara, Aradia, Ártemis, Pele, Apolo, Kanaloa, Bridget, Hélios, Bran, Lugh,
Hera, Cibele, Iranna, Maui, Ea, Atena, Lono, Marduk – la lista es literalmente interminable.
Muchas de esas deidades, con su historia, ritos y mitos correspondientes, suministran el
concepto de deidades a los Wiccanos.
Algunos se sienten cómodos al asociar esos nombres y formas a la Diosa y al Dios,
sintiendo que posiblemente no serian capaces de reverenciar seres divinos desprovistos de
nombre. Otros creen que la falta de nombres y indumentarias representa una confortable
ausencia de limitaciones.
Como ya dije anteriormente, la Wicca descrita en este libro es «nueva», a pesar de ser
construida sobre ritos y mitos establecidos, profundamente arraigado en los mas antiguos
sentimientos religiosos que la naturaleza hizo aflorar en nuestra especie. En estos rituales
utilizo las palabras «el Dios» y «la Diosa» en vez de nombres específicos como Diana y Pan.
Cualquier persona con una afinidad especial con deidades en particular debe sentirse libre
para adaptar los rituales de la Sección III – El Libro de las Sombras de las Piedras Erguidas e
incluirlas.
En caso de no estar familiarizado con las religiones politeístas no occidentes o no haya
creado afinidad con otras divinidades que no sean aquellas con las cuales fue educado,
comience por aceptar la seguiste premisa (por lo menos de momento): Lo Divino es gemelo,
consistiendo en la Diosa y en el Dios.
Ellos recibieron tantos nombres que pasaron a ser llamados Los Sin Nombre. Su
apariencia es exactamente la que deseemos que tengan, pues ellos son todas las deidades
que ya existieron. La Diosa y el Dios son todopoderosos, pues son los creadores de toda la
existencia manifestada o no. Podemos contactarlos y comunicarnos con ellos pues una parte
de nosotros está en ellos, así como ellos están en nosotros.
La Diosa y el Dios son iguales; ninguno de ellos es mas alto o mas reverenciable. A
pesar de algunos Wiccanos centralizaron sus rituales en la Diosa en completo detrimento del
Dios, esto es apenas una reacción a los siglos bajo sofocante religión patriarcal y la
negligencia al aspecto femenino de lo Divino. La religión basada apenas en la energía
femenina, entretanto, es tan desequilibrada y desnatural como otra totalmente volcada a lo
masculino. Un equilibrio perfecto entre ambas es lo ideal. La Diosa y el Dios son iguales, y
complementarios.

Scout Cunningham

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