El ejercicio de «ver» los campos energético-vitales universales.

La forma más sencilla de empezar a observar el campo energético universal consiste, simplemente, en relajarse tendido de espaldas sobre la hierba en un agradable día soleado y dejar que la mirada vague por el cielo. Poco tiempo después podremos observar unos glóbulos diminutos de orgón que forman dibujos garabateados sobre el fondo azul celeste. Parecen diminutas bolas blancas, en ocasiones con una mancha negra, que aparecen durante un par de segundos, dejan una ligera estela y desaparecen de nuevo. Continuando con la observación y ampliando la visión, se empieza a ver que todo el campo late con un ritmo sincronizado. Si el día es soleado, las diminutas bolas de energía serán brillantes y se moverán con rapidez.

Si está nublado, resultarán más traslúcidas, su movimiento será más lento y su número menor. En una ciudad con el cielo contaminado por los humos se verán en menor número, oscuras y con movimientos muy lentos; están poco cargadas. Donde observé los glóbulos más abundantes y brillantemente cargados fue en los Alpes suizos, donde son frecuentes los días soleados y la nieve lo cubre todo en densas capas. Parece que es la luz solar la que carga los glóbulos.

Desviemos ahora la vista a los bordes de las copas de árboles silueteadas sobre el cielo azul. Se puede ver una neblina verde que las rodea. Curiosamente, se puede observar también que la neblina no contiene glóbulos. Sin embargo, si se mira más atentamente se pueden ver, en el borde de la neblina verde, glóbulos que cambian su dibujo garabateado y penetran en el aura del árbol, donde desaparecen.

Aparentemente los absorbe el aura. El verde alrededor de los árboles aparece en la fase de nacimiento de las hojas, en primavera y verano. A principios de la primavera, el aura de la mayoría de los árboles tiene un matiz rosa rojizo, similar al color de sus yemas.

Si observamos atentamente una planta doméstica veremos un fenómeno similar. Sitúe el lector la planta bajo una luz brillante con un fondo oscuro detrás. Verá cómo las líneas de color verde azulado destellan hacia arriba, a lo largo de las hojas, siguiendo la dirección del crecimiento. Emitirán un repentino destello; luego, el color se desvanecerá lentamente para destellar de nuevo, quizá en el lado opuesto de la planta. Estas líneas reaccionarán con la mano, o con un trozo de cristal, si se aproxima al aura de la planta. A medida que se aleja el cristal de la planta, veremos que el aura de ésta y la de aquél se estiran para no perder el contacto. Se estiran como el caramelo.

En cierta ocasión intenté ver el efecto de hoja fantasma del que tanto se habla en la fotografía de Kirlian. Empleando estos métodos fotográficos ha sido posible registrar la imagen de una hoja completa después de cortarle la mitad. En aquel caso observé el aura de la hoja. Era de un sencillo color azul aguamarina. Cuando corté la hoja, el aura de toda ella se tornó marrón sanguinolento. Lamenté haberla cortado y me disculpé con la planta. Cuando se restableció el color aguamarina, un par de minutos más tarde, mostró señales definidas de la parte que faltaba, pero no con tanta claridad como lo había visto en las fotografías de Kirlian.

También los objetos inanimados tienen aura. La mayoría de los efectos personales se empapan de la ener- gía de su propietario y la irradian. Las piedras preciosas y los cristales muestran interesantes auras que se pueden emplear en la curación, con muchos y complicados dibujos formando capas. Por ejemplo, la amatista tiene un aura dorada con rayos de esa misma tonalidad que cortadas en facetas saltan de sus puntas naturales.

Fuente: Libro Manos que Curan, BARBARA ANN BRENNAN

Enlace: Facebook (Sol naciente)

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