Cuencos de Cuarzo

La moderna Biología comienza reconocer que muchas sustancias y tejidos del cuerpo humano, tienen las mismas propiedades que los cristales líquidos. El medico e investigador americano Ryerson asegura que, existen en el cuerpo físico y en los cuerpos sutiles varias estructuras cristalinas similares a cuarzo que amplifican el resultado positivo de las terapias víbracionales. Las sales celulares, los tejidos grasos, la linfa, los glóbulos rojos y blancos y la glándula pineal, son estructuras cristalinas que forman un sistema completo en el organismo, de manera que podríamos decir del ser humano que es un “cristal vivo”. Nuestro ADN se estructura en una doble espiral similar a la del cristal de cuarzo. Hay cuatro moléculas de sílice en cada una de nuestras muelas, y también está presente en la estructura cristalocoloidal liquida del cerebro. La sílice, que es cuarzo (óxido de silicio), abunda en los huesos, la sangre, el cabello, la piel, las uñas, los dientes. La glándula pineal cuyas calcificaciones lo convierten en un auténtico cristal, es una de las más beneficiadas terapéuticamente hablando ya que aprovecha el canal que une entre el bulbo raquídeo y el cóccix favoreciendo prácticas tales como la meditación. De hecho, se ha demostrado que esta glándula tiene un papel relevante como “reloj biológico” para distinguir el día y la noche, propiedad que le acercaría aún más al cristal de cuarzo que se emplea mucho en la industria relojera sin olvidar que el corazón de nuestro querido ordenador (microprocesador) es un chip de puro cuarzo. La acción curativa de los cuencos se debe a la resonancia entre su estructura de cristal y la propia red cristalina del organismo humano, aunque los cuencos, generan un patrón de onda sinusoidal que resuena con las partículas con las que entra en contacto, ya sea de cuerpo humano o cualquier otra materia. El efecto curativo del sonido generado por los cuencos de cuarzo sobre el cuerpo, se produce al entrar en resonancia ambos sistemas cristalinos. El sonido producido influye profundamente a los hemisferios cerebrales. De hecho se pueden combinar determinados sonidos, llamados bineurales, para lograr su armonización que repercute en la columna y se expande a las células, líquidos y órganos.

Jeffrey Thompson -director del Centro de Investigaciones Neuroacústicas en el Instituto de Ciencias Humanas de California-, afirma: “Dado que el sonido viaja cinco veces mejor por el agua que por el aire la estimulación en el cuerpo de la frecuencia sonora es una forma muy eficaz de estimulación corporal integral, sobre todo a nivel celular. El estímulo directo del tejido celular vivo, utilizando la vibración de la frecuencia de sonido, ha mostrado un marcado metabolismo celular y con ello la posible movilización de una respuesta celular de curación. El sonido que transmiten los cuencos de cuarzo es tan puro que la mera acción de hacerlos sonar se transforma en un acto sagrado. Este sonido, “cuasi divino”, se expande a su alrededor y viaja por el espacio alcanzando los confines últimos de la Tierra al interferir con otras ondas de sonido que encuentra en su camino. De ese modo sana a las personas y sana el ambiente. En todo caso, el terapeuta que emplea este instrumento tiene una gran responsabilidad y debe situarse en un estado de conciencia positivo asentado en el chacra corazón para que la energía emitida y amplificada sea lo más pura posible. El científico norteamericano Marcel Vogel encontraría además que el electromagnetismo del pensamiento humano encaja con la matriz formada en la estructura molecular del cuarzo y eso permite su programación por el propio pensamiento (lo sorprendente es que ya en los puranas -antiguos textos vedas de la India- se decía que el cristal de cuarzo puede amplificar los pensamientos hasta 15.000 veces). Los cuencos de cuarzo, pues, contienen un poder que va mucho más allá de la mera musicalidad y que requiere tanto de nuestra apertura consciente para ser percibido como de la correcta disposición e intención para ser utilizado. De hecho, producen una onda sinusoidal pura y crean un sonido multidireccional que se expande hasta un kilómetro de distancia y puede durar varios minutos antes de extinguirse. Y su sonido envuelve el cuerpo como una ola proporcionando una experiencia similar a un masaje enormemente sutil o a una profunda y serena meditación. Los cuencos de cuarzo emiten e inducen un modelo de onda alfa que es el que emite el cerebro en los estados meditativos y de profunda calma. Y se ha podido comprobar que en esos estados hay un aumento significativo de la producción de linfocitos T, responsables del sistema inmunitario. El sonido de los cuencos, entonces vemos, afecta de manera global al individuo. Primero equilibra su cuerpo energético y los chakras (centros de energía) y luego limpia el campo áurico. Además, la vibración repercute en la columna que actúa como vehículo de resonancia y se extiende a través del sistema nervioso a nuestras células, tejidos y órganos. Esa es la razón de que la vibración producida por los cuencos tenga la capacidad de disolver bloqueos en el cuerpo físico y sutil así como de que se utilice en casos de contracturas musculares, roturas y otros problemas óseos. La vibración de los cuencos resuena y armoniza la estructura cristalina presente también en nuestro esqueleto.
Namasté.

Fuente: http://elsecretodelaluz.blogspot.com/

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