La rueda del año (Mabon)

Los graneros están llenos, ahora comienza la segunda cosecha. Tiempo de equilibrio, el fuerte sol de verano ha ido madurando los frutos y están listos para recogerse. Estamos en un momento donde todo se suaviza y se templa. Los días se acortan hasta igualarse con las noches. Pero este equilibrio es solo un instante el giro incesante de la rueda del año. Pronto seguirá su camino y los seguirán disminuyendo. La naturaleza nos muestra que es necesario hacer acopio de reservas, de tomar los últimos frutos y preparándonos para un periodo de oscuridad.

Este Sabbat menor nos anuncia lo que está por venir. El Dios ha perdido todo su vigor y es momento de retornar a la Tierra de la Juventud, Tir Na Nog, donde permanecerá entronado como el Señor de la Muerte hasta que comience de nuevo su ciclo de crecimiento. Este Sabbat nos anuncia Samhain que marca el comienzo de la parte oscura del año.

Luz y oscuridad se alternan en una sucesión continua, con breves periodos de equilibrio. Pero la oscuridad es un momento de reposo, de tomar fuerzas y de generar ideas. Es el tiempo de la imaginación y de los sueños. Es donde gestamos nuestros proyectos, que al igual que la semilla espera, en la obscuridad de la tierra, el momento propicio para germinar.

Mabon también nos enseña a desprendernos de aquello que ya cumplió su función y ya no es necesario. Nos muestra que despojarnos de lo viejo, es el abono y lo que dará fuerza a los nuevos brotes, es la forma de crecer sanos y fuertes. Es momento de renovación.

Pero como nos cuesta desprendernos de los viejos patrones, de los antiguos hábitos y esto nos puede causar dolor. Pero este dolor no viene de la muerte de las añejas ideas sino de la resistencia, de los apegos a estas. De identificarnos a ellas como nuestro ser fuese esos patrones vetustos.

Los patrones surgen para ayudarnos en un momento, pero transcurrido el tiempo dejan de tener validez pues hemos cambiando y al igual que las circunstancias que nos rodean, pero seguimos aferrados a ellos identificándonos con ellos como si ellos y nosotros fuésemos lo mismo. Y el ser comienza a perder su fluidez. Mabon nos muestra el camino, no invita a desprendernos de ello y descubrir nuestro verdadero ser que nos espera en silencio oculto por todo lo que hemos ido acumulando a lo largo de nuestra vida. Recoge lo que has sembrado, pero no olvides dejar a cambio lo que ha envejecido o muerto y ya no sirva nada más que para abono. Y guarda en tu corazón la chispa del fuego de Mabon hijo de Modrom.

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