EL CULTO AL DIOS SILVANO EN HISPANIA INNOVACIÓN O SINCRETISMO?
No pretendemos en esta comunicación hacer un estudio sobre esta divinidad,
con sus características y atributos, únicamente queremos analizar los testimonios
(Preferentemente epigráficos) que sobre su culto existen en Hispania y tratar de
Encontrar si hubo innovación por parte de Roma de este culto o si se produjo un
Proceso sincrético de asimilación entre el ancestral culto a los árboles y bosques que
ya existía entre los habitantes indígenas de la Península Ibérica y el nuevo dios
Romano, Silvanus.
Silvanus, como su propio nombre indica, es una divinidad Protectora de los
árboles, bosques, campos, pastos, jardines, etc. l . Su fisonomía y sus funciones son
análogas a las de los dioses Faunus, Picus, Liber Pater, Pales, etc., pero en la leyenda
aparece como de rango inferior, por lo que no figura en ningún calendario, ni tuvo
culto oficial en Roma, ni en el Latium (de donde probablemente era originario), ni en
las Provincias 2.
Silvanus no es un nombre propio, sino un adjetivo que hace referencia a su
condición forestal o campestre 3 . Aparece en los documentos epigráficos como Silvanus
solamente o Silvanus Augustus, acompañado, a veces de epitetos caracteristicos.
Los más frecuentes aparecen, con mucho, en Pannonia y Dacia y son domesticus y
silvestris, de los cuales, el primero hace referencia a la protección que Silvano ejerce
sobre la domus, sus jardines y sus campos cercanos, mientras que el segundo hace
referencia únicamente a su protección sobre los bosques salvajes. A veces se le
denomina también deus sanctus osanctissimus, para indicar su carácter sacro, imictus,
para designarle como el dios que concede a los cazadores la victoria sobre los
animales salvajes y pantheus, término que se refiere a ciertas especulaciones que
hacen de Silvanus, al igual que del dios Pan griego, un dios cosmogónico.
En Hispania tan sólo aparece con dos epitetos, numini sancto, en una inscripción procedente
de Porcuna (Jaén) 5 y el depantheus en otra inscripción de Itálica (Sevilla)6.
El más antiguo de sus santuarios e incluso el único donde ha recibido culto a
través de los siglos es el «árbol» propiamente dicho: síntesis del bosque. Sus altares
solían ubicarse bajo un árbol o en el claro de un bosque. En las representaciones
figurativas que de Silvano existen su cabeza aparece coronada con ramas de pino
entrelazadas con su caballo e incluso, a veces, con flores salvajes 7 . Por esto, y sin
querer entrar en más detalles acerca del dios Silvano, es por lo que, desde antiguo y
con razón, se han señalado algunos de los monumentos en su honor como muestras
claras del antiguo culto a los árboles s . El más significativo de estos monumentos es el
mármol del Museo de Berlin que Ileva una inscripción en honor de Silvanus Sanctus y
sobre ella un pino con las ramas quebradas adornado con guirnaldas atadas con cintas
y que da sombra a un altar donde se quema la llama del sacrificio.
La dendrolatría o culto a los árboles tuvo una gran importancia entre los
habitantes indígenas de la Península Ibérica l °, probablemente como consecuencia de
la enorme vegetación forestal que, a decir de los escritores antiguos, existía en ella.
Los caracteres de este culto a los árboles son muy semejantes a los que tuvo en los
antiguos países europeos de Centro y del Norte y las formas del culto han sido ya
señaladas, en sintesis, por Julio Caro Baroja: veneración por los árboles y bosques en
general, veneración por determinados árboles y bosques en particular y veneración
por los espíritus que habitan los árboles y los bosques». Los nŭmenes más conocidos
de los bosques eran los sátiros y las ninfas en Grecia y los silvanos y los faunos en
Roma. Tales nŭmenes o espíritus en principio se consideraban como tutelares de los
árboles, pero antes parece que fueron «los mismos árboles» los que recibieron culto.
Del culto indígena a los árboles no existen testimonios claros en la Península
Ibérica, ni arqueológicos, ni epigráficos, aunque debió ser particularmente importante
entre los pueblos del Norte y Noroeste 12 . Sabemos por las fuentes que en algunos
lugares de la Península se adoraba a ciertos encinares». En el Norte y Noroeste los
topónimos compuestos de Luc- Lucus «bosque sagrado», parecen sugerir la misma
tendencia. Además, Lucus está documentado como dios en la Gallia». En un párrafo
de San Martín Dumiense, el santo ordena que no se enciendan velas junto a los
peñascos, árboles o fuentes que no se coloquen en las encrucijadas de los caminos15.
Esta prohibición nos está indicando, entre otras cosas, que el culto a los árboles era
muy popular y estaba ampliamente extendido entre los habitantes del Noroeste peninsular.
Los árboles debieron ser muy venerados en la Gallia, Hispania y, sobre todo,
en Irlanda, donde los nombres de personajes mitológicos se emparentan con especies
de árboles 16 . Relacionados con los bosques y, en general, con la vegetación están, sin
duda, un gran nŭmero de divinidades indígenas que aparecen en la epigrafia latina de
Hispania con tales atributos y caracteres. Entre estos podemos destacar a Caepus,
Duillae, Macarius, Pindusa, Saga y, principalmente, Aernus, cuyas aras aparecen
decoradas frecuentemente con ramas de árboles 17 . Del mismo modo, en la epigrafía
latina de la región franco-pirenaica han aparecido cuatro dedicaciones al dios Fagus».
El culto a Fagus, es decir, al árbol denominado «haya» (segŭn la etimología analizada
por J. Caro Baroja) ha sido relacionado con una serie de altares sin inscripciones con
representaciones sumarias de árboles 19 . Tanto en todo el País Vasco, como en Santander
y Asturias, J. Caro Baroja ha podido encontrar rasgos característicos en la
mitología y en el folklore popular que ponen de manifiesto la creencia en espíritus o
nŭmenes que aparecen especialmente en los bosques: unos recuerdan a las ninfas,
otros a los sátiros, faunos y silvanos o/y a sus equivalentes dioses indoeuropeos».
El culto a los árboles tuvo que ser bastante practicado por los indígenas
hispanos del Norte y Noroeste de la Península. Debido a ello es por lo que creemos
que dicho culto, con la llegada de los romanos, fue, primero identificado y, después,
asimilado, por un proceso sincrético, con la divinidad romana que traía similares
características, con el dios Silvanus. Dicho proceso debió ser igual al ocurrido con
otras divinidades de carácter animista, como las Nymphae, Genii, Lares, Matres,
etc. 21 . Es lógico pensar que como en el caso de éstas, los indígenas acabaron por
identificar los numina loci protectores de los árboles y bosques, con las divinidades
romanas. Con las divinidades de los bosques debió ocurrir exactamente lo mismo que
con las divinidades indígenas acuáticas que fueron identificadas con las Nymphae
romanas 22 . En el caso que nos ocupa, los numina loci indígenas, que recibían culto en
árboles y bosques fueron asirnilados e identificados con los dioses romanos protectores
de los mismos, entre ellos, los Faunos y los Silvanos. De aquí que las dedicaciones
al dios Silvano estén encubriendo seguramente un ancestral culto a los árboles o al
bosque en general. Según esto, podemos pensar con S. Lambrino que «con la llegada
de los romanos, a fmes del siglo III a.d.C., se inició la ósmosis entre las divinidades de
los recién llegados y las de los indígenas» 23 . Es probable que fuera a partir de
entonces cuando se produjera la sustitución del culto indígena a los nŭmina de los
árboles y bosques por la divinidad romana y, en este caso concreto, por el dios
Silvanus.
Silvanus, originariamente dios del bosque salvaje, o de los árboles, pasó a
convertirse, cuando la agricultura fue ganando terreno a los bosques, en dios de los
límites 24 , puesto que los árboles, o mejor aún, algunos árboles determinados sirvieron
de mojones para delimitar las propiedades rusticas de los campesinos. Es posible que
se creyera que tales árboles servían de vigilantes o testigos de dichas propiedades. En
muchos casos estos árboles se convirtieron en árboles sagrados y recibieron un culto
especial. Como consecuencia de ello y por extensión el dios Silvano pasará a ser una
divinidad protectora de toda propiedad rural, donde recibe adoración y culto. Cada
propiedad rural contaba con tres Silvanos: uno llamado domesticus, que es el guardián
de la casa; el segundo llamado agrestis, que protege el ganado y los bosques cercanos;
y el tercero orientalis, al que está consagrado un lucus (un claro del bosque) y es el
que protege la línea de demarcación entre las propiedades vecinas25.
El culto a Silvano se extendió profusamente por las provincias del Imperio
romano, principalmente, en la parte septentrional de la península balcánica, en las
provincias de Dalmacia, Pannonia, Moesia yDacia y, en menor grado, enGermania,
Africa y Gallia, donde ha sido frecuentemente invocado por los soldados, de aquí que
también se le considere un dios importante en la religión del ejército 26 . En Hispania,
como luego veremos y a tenor de los documentos epigráficos que a él hacen referencia,
no parece que tuvo gran aceptación27 . El gran nŭmero de dedicaciones latinas a
Silvano, más de doscientas, aparecidas tanto en Italia como en las provincias de
Europa occidental, muestran el lugar tan destacado que adquirió su culto desde fines
de la Repŭblica hasta el final del paganismo, principalmente, en los medios populares25
. Se le invoca como dios tutelar, de naturaleza benefactora pro salute, pro reditu
de los dedicantes y, en ocasiones aparece asociado a divinidades, cuya función
especial es la de proteger la casa, las fuentes, los campos, los bosques, etc., tales
como Penates, Lares, Nymphae, Matres, etc. Incluso, en inscripciones, aparece invocado
en compafŭa de los grandes dioses del panteón romano y situado al mismo rango
que ellos, con Apollo, Hercules, Liber Pater, Diana, Mercurio, etc.; también él mismo
es denominado Augustus, es decir, protector del Emperador y de su casa25.
Por otro lado, la importancia del culto a Silvano nos viene también indicada por
el hecho de que numerosos collegia y asociaciones, tanto de la propia Roma como de
otras provincias, reivindiquen a Silvano como patrono y celebren su fiesta con sacrificios
especiales y comidas anuales organizadas en su honor30 . Silvano llegó a conver
tirse en una de las divinidades favoritas de los soldados, cazadores y gladiadores; pero
su culto nunca tuvo un carácter oficial, ni público, ni en Roma, ni en Italia, sino que
siempre fue privado, como lo son las inscripciones dedicadas en su honor. Su culto
estaba acomodado a los intereses domésticos propiamente dichos: se les ofrecían
víctimas del propio establo de la propiedad (cerdos y cabras) y durante la ceremonia
del sacrificio, al parecer, se prohibía la asistencia a las mujeres31.
Silvano, gracias a su significación humana y social, se ha identificado frecuentemente
con un gran número de genios de la vida agrícola y silvestre, principalmente
con el dios Pan de los griegos y el Faunus romano. Y también como ellos, es adorado
como figura múltiple o/y femenina: Silvanil Silvanae, como aparece en algunos testimonios
epigráficos32 . La asimilación de Silvano y de Pan ha propiciado también la de
las Suleviae célticos con las Nymphae33 . De una manera general se puede decir que
Silvano, tras haber absorbido a los dioses Pan, Priapo y Silano, se identifica también,
con bastante facilidad, con las divinidades rŭsticas de Germania, Gallia y las provincias
de la Península balcánica. Además, bajo su nombre latino, sin interpretation, va a
ser objeto de culto popular durante los últimos siglos de paganismo en el Imperio
Romano34.
J. Toutain ha recogido y clasificado todas las inscripciones dedicadas a Silvano35
. Tales testimonios muestran la enorme difusión y expansión de su culto por
todas las provincias europeas y africanas sometidas a la influencia romana. Aparecen
con frecuencia en la Gallia Narbonense y en Britannia, donde se le relaciona con el
culto a Diana y a las Nymphae, siendo sus más fieles devotos los soldados y oficiales
del ejército que le rinden votos en sus ciudades de guarnición y en sus puestos
militares36 . Fue también muy venerado a lo largo de las líneas del Rhin y del Danubio,
en Carnuntum y en Panonia 37 Sin embargo, su lugar de predilección fue en la
Península de los Balkanes, especialmente en la región del Illyricum, que comprendía
las provincias de Dalmacia, Panonia y Moesia: de las 240 inscripciones que se
conocen del culto a esta divinidad, 170 aproximadamente se han encontrado a Se
ha supuesto que el culto a esta divinidad fue propagado por estos territorios por los
equites singulares que, reclutados entre la población del Illyricum y familiarizados ya
con las instituciones de Roma, habían identificado al genius latino de los bosques y de
los campos con una divinidad local 35 . En cambio, J. Toutain y J. Carcopino piensan
que es precisamente la característica de dios de la caza de Silvanus lo que hizo que
dichas poblaciones, muy aficionadas a esta actividad, le rindieran culto». Ello, evidentemente,
no excluye —creemos nosotros— la asimilación de Silvano con una divinidad
indígena, protectora de los árboles y bosques a la que rendían culto. Este mismo
proceso ocurrirá también en la Gallia y en Hispania. Repetidas veces se ha establecido
que en la Gallia el dios romano, Silvanus, ha sido asociado e incluso identificado
con el dios céltico, portador de maza o martillo, y que no es otro que el indoeuropeo
Taranus-Thor-Donar, al que, por otra parte, también se identifica con Júpiter o con
Vulcanus». Dicha identificación con un dios de origen céltico o indoeuropeo es
posible que también se produjera en la Península Ibérica, aunque desconocemos el
nombre céltico, o incluso indígena con el que se asimiló y con que acabó identificándose;
lo único seguro es que el dios romano suplantó a la divinidad indígena a la que
se rendía culto en los árboles y en los bosques.
En otro orden de cosas, el culto a Silvano, aunque nunca revistió un carácter
oficial, se practicó bastante asiduamente en Roma y en las provincias del Imperio
durante toda la República y el Alto Imperio. Pero será durante el gobierno del
Emperador Adriano cuando alcance su mayor relieve. Una serie de testimonios
(aparte ya de las muchas inscripciones de esta época) nos muestran que Adriano dio
un fuerte incremento a los cultos de los dioses rústicos, ya bastante considerados bajo
Trajano. Por supuesto, de dicho incremento se benefició el culto a Silvano. Los
testimonios a los que nos referimos son los ocho medallones que adornan las dos
grandes fachadas del Arco de Constantino en Roma y que muestran la actividad
cazadora de Adriano42 . Se trata una escena de caza y un sacrificio: en el primero, se
sacrifica a Apolo, en el segundo a Diana, en el tercero a Silvano y en el cuarto a
Hércules. Se ha podido observar que un pasaje de Adriano sirve en cierto modo al
comentario de esto; en él se recomienda a los cazadores sacrificar a Diana, a Apolo, a
Pan, a las Ninfas, entre las que se destaca a Silvano43 . De la misma manera, la serie de
los medallones romanos indican los sacrificios a cuatro dioses romanos, algunos de
antigua tradición, como Diana y Silvano. Al analizar estos testimonios, Vito A.
Sirago, nos dice que no deben inducirnos a creer que Adriano honró a los dioses
rústicos para incrementar la agricultura, sino tan sólo porque se trataba de antiguas
divinidades laciales, protectoras de la caza, de la que Adriano era muy apasionaclo44.
Sin embargo, creemos que es lógico pensar, habida cuenta la grave crisis agraria por la
que atravesaba Roma y las provincias, que sus medidas fueran, en parte, encaminadas
precisamente a favorecer las divinidades agrestes y campesinas, con la finalidad de
inculcar a la población rural la necesidad de incrementar la producción agraria y, en
general, todo lo relacionado con el campo, como la caza 45 . A partir de Adriano y,
probablemente, durante todo el Bajo Imperio, el culto a Silvano se generalizó en toda
la sociedad romana.
Como apuntábamos anteriormente, en Hispania el culto a Silvano no revistió
especial importancia, sin embargo, los testimonios epigráficos a él dedicados son lo
suficientemente significativos como para indicarnos que debió recibir culto en las tres
provincias hispanas: Tarraconense, Baetica y Lusitania, Las dedicaciones a Silvano
fueron efectuadas principalmente por esclavos, libertos o indigenas romanizados y su
culto adquirió mayor relevancia en época de Adriano, en la que se fechan la mayor
parte de las inscripciones conservadas.
Analizaremos detenidamente cada una de las inscripciones y su reparto por las
provincias hispanas:
La Tarraconense proporciona el mayor número de dedicaciones a Silvano: seis
en total. Dos de ellas proceden, concretamente de la capital, de Tarraco. La primera
fue encontrada en la Iglesia de San Miguel de Tarragona y en ella el liberto Atimetus,
tabularius de la Provincia Hispania Citerior, la consagra a Silvanus Augustus por la
salud del Emperador Adriano.
El texto de la lápida es el siguiente:
SILVANO. AUG.
SACRVM
PRO SALVTE. IMP.
CAES. HADRIANI
ANTONINI. AVG. PII —N
ET. LIBERORVM EIVS
ATIMETVS. LIB.
TABVL. P. H. C.
Es decir: «El liberto Atimetus, tabulario de la Provincia Hispania Citerior se la
consagra a Silvano Augusto por la salud de nuestro Emperador, César Augusto
Adriano Antonino Pio y por la de sus hijos»46.
El testimonio nos pone de relieve algunos aspectos importantes del culto a
Silvano. En primer lugar, el renovado interés que cobró el culto a esta divinidad
durante el reinado de Adriano que, como vimos anteriormente, impulsó el culto a los
dioses rústicos en Roma y en las provincias. La inscripción se data aproximadamente
entre los arios 136 y 161 d.C.; en segundo lugar, Silvano aparece con el epíteto de
Augusto, para indicarnos que protege al emperador y a su domus; el dedicante es un
liberto, Atimetus, que ha alcanzado un cargo de gran responsabilidad en la administración
provincial, tabularius, inmediatamente inferior al procurator provinciae 47 Es
posible que Atimetus hubiera sido anteriormente un esclavo de origen greco-oriental,
en cuyas provincias Silvano fue muy adorado, y que veneraba con esta dedicación al
dios de su devoción.
Igual podemos pensar del dedicante de la segunda inscripción de Tarraco. Un
tal Aemilius Adelphus, de cognomen típicamente griego dedica otra lápida votiva a los
dioses Silvanos:
SILVANIS
AEMILIVS
ADELPHVS
V.S.L.M.
Es decir: «Aemilius Adelphus cumplió con gusto su voto a los dioses Silvanos, según
era debido»48.
Es preciso destacar aquí, por un lado, el plural de la divinidad y, por otro, que
probablemente también se trate de un liberto público que, como el anterior ocupaba
algún cargo en la Tarraconense49 , y cumplía con esta dedicación una promesa a los
dioses Silvanos con el fin de que le protegieran en las nuevas propiedades adquiridas
en esta tierra. En ambos casos hay que reseñar la aceptación de esta divinidad por los
esclavos y libertos que ocupaban cargos en la administración imperial.
De Barcelona proceden otras dos dedicaciones a Silvano: una fue encontrada
en Mataró, la antigua Iluro, en el cementerio de la Iglesia parroquial. El texto de la
inscripción es como sigue:
SILVANO
AVG. SACR
P. CORNELI
VS. FLORVS
VI. VIR. AVG.
Es decir: «Publio Cornelio Floro, sevir augustal, lo consagró a Silvano Augusto»99.
También aquí el dedicante es un liberto público que ocupa el cargo de sevir
augustalis. El servir augustalis tenía la misión de organizar el culto imperial en las
provincias, aunque no tenía funciones propiamente religiosas, de aquí que esta dedicación
no pueda considerarse de carácter oficial, sino privado. De nuevo encontramos a
Silvanus bajo la advocación de Augustus. El liberto, P. Cornelius Florus, lleva el
nomen y el cognomen típicamente latinos, lo que parece indicar que se trata, en este
caso, de un indígena hispano ya romanizado y que rendía culto a esta divinidad.
La otra se conserva actualmente en el Museo de Barcelona, de dónde procede,
y está dedicada a los dioses Silvanos por un individuo de cognomen típicamente griego:
Chrysogonus. La lápida dice así:
D•D
SILVANIS
108
M. ANTONIVS
CHRYSOGONVS
V. S . L .M.
Osea: «A los dioses Silvanos. Marco Antonio Crisógono? cumplió con gusto su voto,
según era debido»51.
No es extraño que, aunque no se especifique en la lápida, el dedicante, M.
Antonius Crhysogonus, fuera un esclavo o un liberto de origen greco-oriental como los
anteriores. Una vez asentado en Barcino cumpliría su promesa a los dioses Silvanos
por haber encontrado allí una casa r ŭstica rodeada de prados y bosques.
Las otras dos inscripciones de la Tarraconense proceden de diferentes regiones:
la primera de Bragança (Portugal), junto a la vía romana de Braga a Chaves. La
lectura de la piedra es muy dudosa, pero lo conservado parece ser lo siguiente:
CAMALVS
MIBOIS LIM
ICVS SILVANO
V. S. (A). L.
Es decir: «Camalo, hijo de Mibo, de los límicos, cumplió con gusto un voto ofrecido a
Silvano»52.
Curiosamente en esta lápida un indígena, Camalus, que refleja su filiación y la
tribu a la que pertenecía, la de los Limicos, cumple el voto prometido al dios Silvano.
Pensamos que en este caso, más que en ning ŭn otro de los analizados, se produjo
claramente un proceso sincrético de asimilación e identificación entre la divinidad
romana y los antiguos numina loci de la tribu, protectores de los árboles y de los
bosques. Es factible pensar que el culto que ancestralmente se rendía a los árboles y a
los bosques entre los limici se ofreciera ahora al dios romano Silvano por ser semejantes
sus características y atributos.
La segunda, procedente de Viviestra de los Nabos (Soria) es bastante ilegible,
aunque se aprecia claramente la dedicación a Silvano:
VS …CV…
…EN …C.
…EDINES
SILVANO
V. S. L. M.53
Sin duda, otro individuo, ofrece con gusto el voto prometido a Silvano para que
proteja su hacienda.
La Baetica también nos proporciona testimonios epigráficos importantes del
culto a Silvano. Son tres en total:
La primera, una soberbia lápida de mármol, procede de Italica (Santiponce,
Sevilla). En ella el liberto Avtarces ofrece un voto a Silvano Pantheo por la salud de
Adriano y de su esposa Sabina. El texto de la inscripción es como sigue:
PRO SALVTE HADRIANI AVG.
ET SABINAE AVGUSTAE —N
SILVANO PANTHEO AVTARCES
SABINAE AVG. —N LIB.
EX VOTO
Es decir: «A Silvano Pantheo, ex voto de Auterces, liberto de nuestra Augusta
Sabina, por la salud de Adriano Augusto y de Sabina, nuestra Augusta»».
109
La inscripción se data aproximadamente entre los años 128-136 d.C. cuando
Adriano, tras su regreso de Oriente, declara en Roma Augusta a su esposa Sabina, que
se suicidó en el año 136. La inscripción es una prueba más del auge que recibieron los
cultos rústicos y, concretamente el de Silvano, durante el reinado de Adriano. El
liberto de la emperatriz Sabina, Autarces = A{rrapull es claramente de origen griego y
debió servirla extraordinariamente como esclavo en sus dominios forestales de Sierra
Morena o de Ajarquia de Sevilla, de aqui que recibiera, en pago a sus servicios, la
libertad. Seguramente en recuerdo y gratitud por los buenos arios pasados en estos
bosques ofrece este voto a Silvano por la salud del emperador y de su esposa.
Hay que resaltar el apelativo Pantheo que recibe Silvano en esta dedicación.
Pocas son las veces que Silvano recibe este atributo, que expresa el de todos los
dioses o de toda la divinidad: a los dos ejemplos existentes hasta ahora en la epigrafia
romana55 es preciso añadir este de Italica que viene a indicarnos la asociación de
Silvano con todos los dioses del panteón greco-romano, al igual que otras divinidades
romanas u orientales, como Serapis, Jupiter y Tutela, consideradas como cosmogónicas.
La segunda inscripción procede de Hispalis (Sevilla). Y el texto de la misma es
como sigue:
Q. M. THESE
VS . D. SILVA
NO. A. L. P. S.
Es decir: «Quinto Marco Theseo, liberto de Augusto, consagró esta lápida al dios
Silvano»56.
Una vez más es un liberto de origen greco-oriental el que ofrece su devoción al
dios Silvano en Hispania. La inscripción, fechable también en época de Adriano, nos
indica de nuevo que estos libertos, antiguos esclavos traídos de Grecia y Oriente a raiz
del viaje de Adriano, no podían olvidar sus ancestrales costumbres religiosas y sus
tradicionales cultos a los dioses de los árboles y bosques en sus países de origen. Por
esta razón recuerdan e imploran a la divinidad romana de iguales características y
atributos, a Silvano, dios de los árboles, bosques, prados y jardines. Además, la
frondosidad y vegetación de las regiones andaluzas les debían hacer recordar más
fácilmente sus tierras de origen.
La tercera y última inscripción de la Betica dedicada a Silvano apareció recientemente
en el cortijo de Carrasquilla, término municipal de Porcuna (Jaén). Es un ara
de mármol blanco, en perfecto estado de conservación, donde puede leerse el siguiente
epigrafe:
NVMINI SANCTO DEO
SILVANO
SVCCESSIANVS AVG. SER.
EX VOTO CVM SVIS POSVIT.
Es decir: «Successianus, siervo de Augusto, puso juntamente con los suyos este ex
voto al santo numen del dios Silvano»57.
En la inscripción hay que destacar lo siguiente: primero el hecho de que lleve
los atributos numini y sancto deo al rnismo tiempo. Es la primera vez en todas las
dedicaciones a esta divinidad que aparece el término numen dedicado a ella. No asi el
de deus sanctus, o el de sanctus simplemente, o, incluso, el de sanctissimus 58 , muy
frecuentes, por otra parte, en las dedicaciones a esta divinidad.
De nuevo, una vez más, es un esclavo y toda su familia el dedicante de este
exvoto a Silvano. Su cognomen, Successianus, no está atestiguado en el CIL, aunque
parece derivarse de Successus que aparece con cierta frecuencia. El nombre es de
origen latino, aunque probablemente pertenezca a un indígena hispano de estas tierras
andaluzas, vecinas a Sierra Morena, donde la abundancia de árboles es manifiesta.
Por esta dedicación a Silvano y, sobre todo, por la utilización del apelativo
numini, creemos que, en este caso concreto, debió producirse la asimilación, por un
proceso sincrético, de la antigua divinidad indígena, protectora de los árboles y
bosques y de la caza, con la divinidad romana de iguales características. Los numina
loci fueron identificados con los dioses romanos: el numen del dios de los árboles se
identificó plenamente con el dios Silvano. Precisamente en esta lápida nos encontramos
en una etapa intermedia de interpretatio romana o de asimilación, puesto que el
siervo Successianus necesita poner expresamente su dedicación al numen del dios
Silvano que sería el mismo numen, con sus características y atributos, que la divinidad
indígena; de aquí que se exprese claramente numini deo Silvano y no únicamente
Silvano, como en el resto de las dedicaciones de Hispania.
Finalmente, también en Lusitania existen testimonios del culto a1 dios Silvano59
. Se trata de dos ofrendas votivas a Silvano, procedentes ambas de la actual
provincia de Badajoz. La primera se encontró en Torremejía y el texto de la inscripción
es el siguiente:
SILVANO
SACRVM
L. IVLIVS
IVLIANVS . V.S.
Es decir: «Lucio Julio Juliano cumplió con agrado un voto ofrecido a Silvano»60.
La segunda procede de Chozas, una dehesa de Badajoz, y reza así:
SILVANO
EX VOTO
MODESTINI
0 sea: «Ex voto de Modestino al dios Silvano»61.
Ambas no aportan ningŭn dato nuevo a los ya analizados sobre el dios romano,
Silvano. Simplemente nos indican que también en Lusitania, región frondosa en
árboles y en vegetación, en general, se produjo el proceso sincrético de asimilación
entre las divinidades protectoras de los árboles y bosques y el dios romano de iguales
características, en este caso con Silvano.
Se puede pensar que tanto L. Julio Juliano como Modestino rindieron culto a
una divinidad romana que para ellos representaba algo más • se trataba de poner en
práctica su devoción a una primitiva y ancestral divinidad, identificada ahora con la
divinidad romana que poseía la misma fisonomía y atributos. El culto a aquella
divinidad indígena, heredada de sus antepasados, protectora de los árboles y bosques,
quedaba ahora suplantado por el culto que se ofrecía a la divinidad romana.
Como conclusión general a este trabajo y sin ánimo de polemizar, podemos
decir que el culto al dios Silvano, a pesar de los documentos epigráficos analizados, no
gozó de una especial predilección por parte de los habitantes indígenas de la Península
Ibérica, aunque ésta, todavía en época romana fuera un vivero forestal muy importante;
sin embargo, la existencia, desde antiguo, entre los indígenas hispanos, de un
ancestral culto a los árboles y a los bosques nos lleva a poner en relación directa dicho
culto con el que se ofrecía a Silvano, dios romano de las mismas características y
atributos que las divinidades protectoras de los bosques. En consecuencia, no puede
hablarse de que hubiera una innovación de la divinidad romana en Hispania, sino que
lo que se produjo la total asimilación o identificación, por un proceso sincrético
—similar al ocurrido con otras divinidades de la Peninsula- 62 , de las divinidades
forestales y campestres indigenas con la divinidad romana de idénticos atributos.
Dicha identificación la hemos venido señalando a lo largo del trabajo y ha quedado
especialmente manifestada en la inscripción procedente de Porcuna (Jaén) dedicada al
numini deo sancto Silvano por el siervo de Augusto Successianus y su familia.
NOTAS
1 Para un estudio más especifico de la divinidad puede verse la siguiente bibliografía principalmente:
Wissowa, G., Religión und Kultus der Rómer», 2. a ed. Munich, 1912, t. V, 4 del Handbuch der klassischen
Altertumswisenschaft, el término Silvanus; Latte, K., Rämische Religiongeschichte, Munich, 1960; Grenier,
A., El genio romano en la religión, el pensamienoo y el arte, Méjico, 1940; Althein, F.,La religion romaine
antique, Paris, 1955; El articulo Silvanus de Hild, J. A. en el Dictionaire des antiquités grecques et romaines
de Daremberg-Saglio-Pottier, pp. 1.341 y ss.; Art. Silvanus en Real Encyclopadie der klassischen Altertunwissenschaft
de Pauly-Wissowa-Kroll-Mittelhans; Toutain, J., Les cultes paiens dans lempire romain, Roma,
1967, t. I, pp. 260 y ss.; Bayet, J., Histoire politique et psychologique de la religion romaine, Paris, 1969, pp.
131 y ss.; Beaujeau, J., La religión romaine à l’ápogée de l’Empire, I, Paris, 1955, pp. 293 y ss.; Ferguson,
J., The religions of the Roman Empire, London, 1974, pp. 67 y 71 y ss.
2 Cf. principalmente, Toutain, J., op. cit., pp. 261 y ss.; y el art. de Hild, en Darember-Saglio, pp.
1.341 y ss.
3 Vid. Bayet, J., op. cit., p. 109.
• Aparece como sanctus o sanctissimus entre otras en las siguientes inscripciones: CIL, HI, 1153;
10999; EE, V, 556; CIL, VIII, 2672; 2673; 18238. Invictus en CIL, VII, 451. Y Pantheus en CIL, VII, 1038.
Vid. Toutain, J., op. cit., pp. 261-262.
8 Vid. Cabezón, A., «Epigrafla Tuccitana», en Archivo Español de Arqueología, XXXVII, 1964, pp.
152-153; y Vives, J., Inscripciones latinas de la España romana, Barcelona, 1971, n.° 310, p. 39.
• Fita, F., «Nuevas inscripciones romanas de Italica y Manacor», Boletín de la Real Academia de la
Historia, LXIV, 1914, pp. 534-538; Vives, J., op. cit., n.° 313, p. 40.
7 En las fuentes clásicas se pueden apreciar los rasgos aqui reseñados: Cf. VERG. Aen. VIII, 597;
HORAC. Od. III, 20-22; MART. Epigr. X, 92, 5.
8 Boetticher, G., Baumkultus, Berlin, pp. 76 y 79 y la fig. n.° 6; el mármol del Museo de Berlin con
la siguiente insceipción: sacrum sancto Silvano; el comentario en la misma obra en pp. 39 y ss.; Cf.
Ferguson, J., op. cit., lám. 26.
9 En una de las figuras del mánnol anterior se representa el árbol sagrado de Silvano; Boetticher,
G., op. cit., figs. 16 y 18; Ferguson, J., op. cit., lám 26. Vid. «Silvanus» en Daremberg-Saglio, art. cit., p.
1.342.
10 Vid. Caro Baroja, J., «Sobre el culto a los árboles y la mitologia relacionada con él en la
Península Ibérica», Homenaje a D. Luis de Hoyos Sáinz, Madrid, 1950, pp. 65 y ss.
» Ibidem, p. 65.
12 Vid. Caro Baroja, J., Los pueblos de España, Madrid, 1975, pp. 197 y ss.; Idem, Los pueblos del
Norte de la Península Ibérica, Madrid, 1942, pp. 72 y ss.; Idem, «Sbre el culto a los árboles…», pp. 65 y ss.:,
Le Roux, F., «Les arbres et la forét guerriére. Le Mythe et l’Histoire, I; Les arbres combattans et la forlt
guerriere, II», en Ogan, XI, 1959; Rodríguez Colmenero, A., Galicia meridional romana, Bilbao, 1978, pp.
293 y ss.; González Echegaray, J., Los cántabros, Madrid, 1966, pp. 62 y ss.; Pastor, M.,La religión de los
Astures (estudios sobre sus divinidades y creencias religiosas desde la época prerromana al Bajo Imperio),
Granada, 1981 (en prensa).
13 MARC. Epigr., IV, 55, 53.
14 De Vries, J.,La religion des celtes, Paris, 1963, p. 58; Cf. también, Gricourt, J., «Prolegoménes á
une étude du dieu Lug. L’oronyme «Soleffle Boeuj», les cultes solaires et le Soleil patron des cordonniers»,
Ogan, VII, 1955.
19 Correptione rusticorum, XVI: Nam ad petras et ad arbores et ad fontes et per trivia cereolos
incendere, quid est aliud nisi cultura diaboli?…
18 Vid. Toutain, J., op. cit., HI, pp. 295 y ss.; De Vries, J., La religión des celtes, Mana, Paris,
1963, pp. 290 y ss.; Le Roux, P., art. cit., en Organ, XI, 1959.
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12 Vid. principalmente, Blázquez, J. M., Religiones primitivas de Hispania, I, Fuentes literarias y
epigráficas, Madrid, 1962, pp. 65 y ss.
18 Sacaze, J., Inscriptions antiques des Pyrénnées, Toulouse, 1892, pp. 188-189; 192; 341-342; (n ŭms.
116, 117, 118, 282). La primera entre Tibirán y Generest, la segunda también en los alrededores de Saint
Bertrand de Cornminges, en un lugar llamado «la croix de l’Oraision», la tercera en Generest y la cuarta ya
en las proximidades de Saint Beas, pais de Bavarthés. Cf. Caro Baroja, J., «Sobre el culto a los árboles…»,
pp. 66-67.
19 Vid. Caro Baroja, J., «Sobre el culto a los árboles…», p. 67 donde se recoge todos estos altares
sin inscripción y con representaciones sumarias de árboles.
29 Vid. Caro Baroja, J., «Sobre el culto a los árboles…», pp. 67 y ss. y 73 y ss. respectivamente.
Para más profiindidad en estos aspectos vid. Eusko-Folklore. Materiales y cuestionarios, Vitoria, 1921,
nŭms. I, XIV, XXXII, XXXVII; Jove, R., Mitos y supersticiones de Asturias, Oviedo, 1903, pp. 44 y ss.;
Cabal, C., La mitología asturiana. Los dioses de la muerte, Madrid, 1925.
21 Vid. principalmente, Lambrino, S., «Les cultes incligenes en Espagne sous Trajan et Hadrien»,
Les Empereurs romains d’Espagne, Paris, 1965, pp. 236 y ss.; también Blázquez, J. M., «Las religiones
indigenas del área Noroeste de la Peninsula Ibérica en relación con Roma», Legio VII Gemina, León, 1970,
pp. 67 y ss.; sobre los sincretismos religiosos vid. Etienne, R., «Les syncretismes dans les religions grecque
et romaine», Travaux du Centre d’Etudes Superieurs specialisé d’Histoire des religions de Strasbourg,
Strabourg, 1973, pp. 157 y ss.; Dunand, F. et Leveque, P., Les syncretŭmes dans les religions de l’Antiquité
(Coloque de Besançon, 1973), Leiden, E. J. Brill, 1975 (varios trabajos sobre este tema).
22 Vid. principalmente, Blázquez, J. M., «El culto a las aguas en la Península Ibérica» en Imagen y
Mito, Madrid, 1978, pp. 307 y ss.; Vid. también, Vaillat, C., Le culte des sources dans la Gaule Antique,
Paris, 1932; Bouza Brey, F.,La mitología del Agua en el Noroeste hispánico, La Coruria, 1942.
23 Art. cit., p. 239. En este mismo sentido, vid. también, Blázquez, J. M., «Las religiones indigenas
del Noroeste…», p. 84.
24 HORAC. Epod., II, 27, donde lo llama tutor finium.
25 Por eso, en algunas inscripciones aparece en plural: CIL, II, 4459; Vives, J., op. cit., n.° 311.
Para cada uno de estos atributos, vid. Hild, J. A., «Silvanus» en Darember-Saglio, art. cit., pp. 1.342.
28 Domaszewski, A., Die Religion des rómischen Heeres (Westdeustsche Zeitschrift), XIV, pp. 52 y
ss.; vid. también, Totain, J., op. cit., I, pp. 262 y ss.
22 Más adelante analizamos uno por uno todos los testimonios epigráficos, encontrados en la
Peninsula, que hacen referencia a esta divinidad. Cfr. pp.
28 Vid. Toutain, J., op. cit., I, pp. 260 y ss.; Hild, J. A., art. cit., en Daremberg-Sagjio, pp. 1341 y
SS.
29 En Hispania, como luego veremos, aparece en tres ocasiones mencionado como Augustus: CIL,
II, 4089, 4615 y 5388.
39 Sobre estos problemas, cfr., principalmente: Liebenam, W., ZumGeschichte und organisation des
róm. Vereinswesen. Drei Untersuchungen, Leipzig, 1890, pp. 293 y ss.; Waltzing, J. P., Etude historique sur
les corporations profesionelles chez les Romains depuis les origines jusqu’á la chute de l’Empire d’Occident», 4
vols. Bruselas, 1895-1900; Lovaina, 1970 (reimp.), t. II, pp. 292 y ss.; De Robertis, F. M., Storia delle
corporazioni e del regime associativo nel mondo romano, Bari, 1971, t. II, pp. 525 y ss.; para Hispania,
aunque no existen alusiones a esta divirtidad en las corporaciones, vid. Santero, J. M., Asociaciones
populares en Hispania romana, Sevilla, 1978.
31 Al igual que se prohibía la entrada a los hombres en las ceremonias en honor de la Bona Dea y
otras divinidades femeninas. Vid. Dieterich, A., Mutter Erde, Berlin, 1925 (2.a ed.), pp. 37 y ss.; Graillot,
H.,Le culte de Cybéle, Mére de dieux, Paris, 1912; Ferguson, J., op. cit., pp. 13 y ss.
32 CIL, III, 4441, 4534, 3393, 10460; para Hispania vid. nota 25.
33 CIL, III, 9754, 13985, etc. CIL, III, 9754, 10460, etc. y los Silvani, CIL, III, 4034, 10847, etc.
Cfr. Hild, J. A., art. cit., en Daremberg-Saglio, p. 1.344, n. 8.
34 Toutain, J., op. cit., II, pp. 262 y ss.
35 Ibidem, pp. 260 y ss.
38 CIL, VII, 359, 441, 450, 451, 500, 830, 1038, 1096, 1124; AE, 1898, n.° 152; CIL, XIII, 6618; AE,
1901, n.° 72; AE, 1902, n.° 38; paraHispania, CIL, II, 4089, 4615, 5388; vid. Toutain, J., op. cit., pp. 262 y
ss. y la nota 26.
32 CIL, VIII, 11227, 2646 (Mercuri Silvani), 6355; CIL, VIII, 5933, 19199; vid. Toutain, J., op. cit.,
pp. 262 y ss.
38 Vid. Hild, J. A., art. cit., en Darember-Saglio, pp. 1.344 y ss.; Toutain, J., op. cit., pp. 267 y ss.
39 Domaszewski, A., op. cit., p. 52.
49 Toutain, J., op. cit., p. 264; Carcopino, J., en Maanges de l’Ecole Francaise de Rome, XXIX,
346.
41 Existen monumentos figurados que avalan esta identificación. Vid. Flouest, M. et Gaidoz, M.,
«Le dieu Gaulois au maillet…», Revue Archeologique, XV, 1890, pp. 154 y ss.; el altar de Mayence; y los
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altares de Stuttgart. Vid. Le Roux, F., «Taranis, Dieu Celtique du ciel et de L’orage. II, Taranis-Jŭpiter-
Donar, la roue et l’anquiptde. Introduction a un étude exhaustive du J ŭpiter gaulois», Ogan, XI, 1959.
42 Kahler, Hadrian und seine Villa in Tivoli, Berlin, 1950, pp. 156 y ss.; Beaujeau, J., op. cit., pp.
162 y ss.
Arrian. Cyneg., 32 y ss. y 34, 3.
44 Sirago, V. A., Involuzione politica e spirituale nell Impero del 11 secolo, Napoli, 1974, p. 147.
Vid. Aymard, J., Essai sur les chasses romaines des ortgenes à la fin de sikcle des Antoninus,
Paris, 1952, pp. 162 y ss.
46 CIL, 11, 4089; Vives, J., op. cit., n.° 304.
47 Para el estudio detallado de este cargo vid. Wachtel, W., Freigelassene Sklaven in der staatlichen
Finazverwaltung der rómischen Kaisezeit von Augustus bis Diokletian, Berlin, 1966, pp. 87 y ss.; Boulvert,
G., Les esclaves et les affranchis imperiaux sous le Haut-Empire, II, Aix-en-Provence, 1964, pp. 585 y ss.;
Chantraine, H., Freigclassene und Scklaven im Dienst der riimischen Kaiser. Studien zur ihrer Nomenklatur,
Wiesbaden, 1967, pp. 193 y ss.; Mangas, J., Esclavos y libertos en la España romana, Salamanca, 1971, pp.
260 y ss.
49 Batle Huguet, P., «Les inscripcions romanes de la necrópolis romano-cristiana de Tarragona»,
An. Inst. Estudis Catalans, 8, 1927, p. 342; Idem, Memorias del Museo Arqueológico, III, 1942, p. 195;
Mangas, J., op. cit., p. 277; Vives, J., op. cit., n.° 312.
49 Mangas, J., op. cit., p. 277.
5° CIL, II, 4615; Ceán Bermŭdez, Sumario de las antigiiedades que hay en España, Madrid, 1832, p.
25; Vives, J., op. cit., n.° 305; Mangas, J., op. cit., p. 277.
51 CIL, II, 4499 donde aparece en el nombre Cr(esc)ens en vez de Chrysogonus por el que se ha
corregido la lectura. Cf. también: Marchetti, A. M., Hispania, en Dizionario epigrafico di Antichitá romano,
de De Ruggiero, E., III, Roma, 1962, p. 846; Balil, A., Colonia Iulia Augusta Paterna Faventia Barcino,
Madrid, 1954, p. 71; Mariner, S., Inscripciones romanas de Barcelona, Barcelona, 1973, pp. 24-25, n.° 16;
Vives, J., op. cit., n.° 308.
52 CIL, II, 2496; Vives, J., op. cit., n.° 309.
Taracena, B., Carta arqueológka de Soria, Madrid, 1941, p. 175, h. 8, D, 4; Vives, J., op. cit., n.°
314.
64 Fita, F., «Nuevas inscripciones romanas de Italica…», BRAH, LXIV, 1914, pp. 534 y ss.; Vives,
J., op. cit., n.° 313. Vid. Mangas, J., op. cit., pp. 260 y ss.
55 Uno procede de Roma: CIL, VI, 695; el otro de Richester, Inglaterra: CIL, VII, 1038.
56 CIL, II, 5388; Vives, J., op. cit., n.° 311.
57 Cabezón, A., art. cit., pp. 152-153; Vives, J., op. cit., n.° 310.
59 Ut supra. Vid. la nota 4.
59 Hemos prescindido de otras dos inscripciones: CIL, II 5136 ó 5137 que corresponden a la misma
inscripción: D.S.S. / FONTEIVS / PHILOMU / SUS.EX.VO/TV.ANIMO / LIBENS I POSUIT. de Estacio
da Veiga (Portugal), y la del CIL. II 5138: S.S.D. I VOTVM I POSUIT 1 ARAM / PECVLIARIS / de Serros
Altos (Portugal) porque no está muy claro de que sean dedicaciones a Silvano, como recientemente piensa
D’encaniapao (Conimbriga, 1982), sino que la primera estaria dedicada a Diana [D(ianae) Sanctissime
sacrum)] y la segunda a Salus (Saluti Sanctae Deae). No ostante su interpretación como dedicatoria al dios
Silvano seria muy positiva para éste trabajo, por lo que seria muy conveniente tenerlas en cuenta.
6° Fita, F., «Epigrafia romana y visigoda», Bolett’n de la Real Academia de la Historia, XXIX, 1896,
p. 257; Melida, J. R., Catálogo monumental de España de la Provincia de Badajoz, Madrid, 1925, p. 391;
Vives, J., op. cit., n.° 306.
61 Melida, J. R., CMBadajoz, p. 424; Vives, J., op. cit., n.° 307.
62 Sobre el problema del sincretismo religioso vid. principalmente la bibliografia reseñada en la nota
21 de este trabajo.
Autor de este gran trabajo : M. PASTOR MUÑOZ
Fuente : Paganismo y cristianismo en el occidente del imperio romano
Escrito por Universidad de Oviedo. Instituto de Historia Antigua
Genial este trabajo.
Viene demostrando lo que yo estoy experimentando en los bosques.
los Bosques son redes de consciencia de la madre tierra y los arboles sus guardianes.
es mágico y real a la vez
xavi
Excelente trabajo. Ni wikipedia estan exacta