NEO CHAMANISMO EN LA NUEVA ERA

Desde hace tiempo, poco comparado con el tiempo que llevo estudiando y practicando diferentes técnicas mágicas de manejo de energía, he visto surgir en el horizonte figuras de personas que se erigen en líderes o que son elevadas por sus seguidores en poco manos que semidioses.
Algunas me preceden, por lo que les he guardado algún respeto, hasta descubrir los pies de barro sobre los que se pararon, otros, se han agigantado en mi memoria y los reverencio como verdaderos hombres o mujeres sagrados/as. Pero, la gran mayoría, se han convertido a mi juicio, en el monstruo del que habó Zaratustra cuando dijo: -Tan solo veo a alguien que posee mucho de una sola cosa.
Desde siempre fui reconocido en mi ámbito por ser una persona de memoria elefantesca, que acumula con facilidad datos y fechas, cronologías y estirpes, pero nunca permití que eso me hiciera sentirme superior a nadie, como siempre digo, si yo puedo hacerlo, cualquiera puede, pero hoy, contemplo indignado como se parlotea y alaba a gente que por haberse especializado en un par de talleres o por provenir de centros culturales donde se han vivido eras doradas de espiritualidad, aparecen inmediatamente considerados como herederos de ese conocimiento milenario, cuando en realidad, sus enseñanzas pueden ser recopiladas fácilmente de múltiples lugares en la red o de un compilado de libros de cualquier mercadillo de pulgas.
Parece como si el mero hecho de pertenecer a una etnia nativa americana hiciera brujo a cualquiera o el ser egipcio fuera el único requisito para conocer los ritos de Karnak o griego para repetir los misterios de Eleusis como si hubieran participado en ellos.

¿Dónde ha quedado el trabajo del mago? ¿Dónde el duro entrenamiento iniciático y solitario que cualquier brujo debía realizar para ser aceptado por los dioses como su adepto?

Últimamente no hago más que oír de aquí y de allá es chamán…., practica chamanismo maya…., pero: ¿alguien se ha ocupado en realidad en certificar, el origen y procedencia humana de esos supuestos avatares que caminan entre nosotros, concediéndonos el honor de un rato de charla y un ritual a cambio de onerosos honorarios?

La gota de mi vaso rebalsado fue una invitación que recibí ayer de una persona que de muy buena fe me llamó con la intención de compartir conmigo una ceremonia de abundancia. En cierto punto de la conversación, esta buena mujer me comenta, como si de un arcano magno se tratara: El es chamán, chamán, porque chamán se nace, no se hace……
Allí fue l punto en que mi paciencia no soportó el sacrificio de tanta benevolencia y le pregunté: _Y como te consta fulana que el nació chamán? ¿Acaso una estrella se ha posado sobre su casa al momento de su nacimiento y astrólogos persas le han rendido homenaje?
La persona de la que me hablaba ya había pasado por mi ojo de jaguar, aquel que mi kin de Mago espectral blanco me ha brindado, y salió muy mal parado. Este sujeto, presunto chamán fernandino, había dejado en el abandono a un alumno que confió en él, a quien llegó a bautizarle con su nombre de neófito para después nunca más hacerle tener noticias de cómo continuaba su proceso iniciático. Por suerte, esta persona, ya transitaba en el camino de ascensión desde tiempo atrás y pudo sobreponerse al abandono de su maestro sin sufrir daños espirituales ni materiales.

Entonces me preguntaba esta tarde: ¿La gente sabrá que es un chamán?.

¿Sabrán acaso que este término se usaba en el norte de Asia, más específicamente en Siberia para designar a gente que se ocupaba de comunicarse con los espíritus para así sanar a la gente de sus aldeas?,

¿Sabrán acaso que la palabra usada internacionalmente «chamán» es de origen manchú-tungu y llegó al vocabulario etnológico a través del ruso?

La palabra tungu original de saman (xaman) se deriva del verbo scha-, «saber», por lo que chamán significa por tanto alguien que sabe, sabedor, que es un sabio o sabia. Algunas investigaciones etimológicas explican que la palabra proviene del sánscrito por mediación chino-budista al manchú-tungu. (En Pali es schamana, en sánscrito sramana es algo así como «monje budista, asceta» o bien “discípulo de Buda”).
El término chino intermedio es scha-men. Los pueblos siberianos y de Asia Central tuvieron también denominaciones locales para el chamán. En el turco altaico era kam, en el yakuto; ojon (y chamana se decía udujan), en los buriatos böo, en Asia Central bakshi, para los samoyedos tadibe, laponés moita, finlandeses tietöjö y húngaros táltos.
Ese conocimiento o sabiduría, en las lenguas Tungus, implica de una manera o de otra la maestría del sabio/a con los «espíritus», que a voluntad puede introducir en sí mismo, usando ese poder en su propio interés, particularmente para ayudar a otros que sufren a causa de espíritus.

¿Sabrán acaso que desde un punto de vista purista, los únicos pueblos americanos que podrían catalogar de chamán a su hombre mágico son los Inuit de Alaska, por ser quienes están más cerca, culturalmente y geográficamente del centro de origen de los chamanes?
Mircea Eliade, investigador rumano que realizó la primera recopilación sobre el chamanismo y cuyos libros son textos clásicos obligados para su estudio, define al chamanismo como la técnica del éxtasis o trance, y al chamán como el gran especialista del alma humana que tiene la capacidad de realizar viajes hacia la región de los espíritus y desde allí puede armonizar la realidad. Pueden voluntariamente entrar en estados alterados de conciencia. En esos estados se experimentan a sí mismos «viajando».
Y utilizan esos viajes como un método para adquirir conocimiento o poder y para ayudar a la gente de su comunidad.
Según sintetiza Eliade:
El chamán, cuya vocación es señalada por alguna circunstancia extraña (un sueño, una enfermedad, un rayo) inicia su difícil aprendizaje, que puede durar muchos años y que se caracteriza por la experiencia iniciática de sufrimiento, muerte y resurrección ritual, vivida particularmente a través de rigores como el ayuno, dietas estrictas, veladas interminables, abstinencia sexual, dominio de la caza, la pesca y las artes cotidianas, conocimiento de las plantas medicinales y consumo de plantas psicotrópicas. En este tiempo, el iniciado aprende cantos, bailes, rezos, mitos y, en general, la cosmogonía y la historia de su pueblo. (Mircea, Eliade: El chamanismo y las técnicas arcaicas del éxtasis, México, FCE, 1960.)

¿Sabrán que en las culturas americanas precolombinas, tanto de Norteamérica como de Sudamérica el término chamán era absolutamente desconocido y sus funciones como brujo eran muy diferentes de las de un verdadero chamán?
Para los mayas por ejemplo, existían varias clases de sacerdotes o brujos, entre ellos: los conocidos como “AH KIN” quienes eran como cualquier sacerdote común y corriente, quien enseñaba de los mitos y leyendas y tradiciones históricas del pueblo, los “AH NAKOM” quienes eran los encargados de los sacrificios, a veces humanos que se practicaban y los “CHILÁN” quienes eran los que profetizaban o videntes, también encargados de transcribir la sabiduría a los códices guiar a los maestros escultores en los grabados que se hacían en los templos.

Entre los guaraníes, existía la figura del I’ PAYÉ, quien más que chamán era el curandero, curaba con hierbas y asistía a los muertos en las honras funerarias.

En la sociedad inca por ejemplo, nunca existió la brujería. Los Incas ya eran cuando llegaron los españoles, monoteístas, con su culto al sol, INTI. Pero tenían algunos sacerdotes que invocaban a los Apus (protectores de los pueblos o familias), se les llamaban LAYQA. A los que adivinaban el futuro de la gente les llamaban WATUQ. Tenían conocimiento de los espíritus malignos a quienes les llamaban SUPAY o SAKRA, pero esta denominación recién toma su concepto con los occidentales, con la religión cristiana. Los sacerdotes o curas de los pueblos interpretando la mentalidad de los andinos introducen los conceptos de diablo. La brujería como la conocemos es de procedencia occidental.
Los andinos usaban su fuerza mental para curar, sobre todo los males psíquicos. Les influían con palabras y actos, como la invocación de los apus. La invocación a los cerros, a las lagunas, a los manantiales, se dice que son invocaciones a los APUKUNA (protectores).

Entre los nativos norteamericanos, los Sioux Oglalas para ser exactos, a quienes hoy conocemos por Lakotas, existía también la figura del WIKASA WAKAN u “hombre sagrado” quien era el encargado de comunicarse con los espíritus para atraer la sanación, la buena caza y de guardar la tradición. Salvo por el registro de tradición, ausente en el concepto tungü de chamán, era lo más parecido a lo que en Siberia era un chamán.

Bien al sur de esta bendita América, entre los mapuches, existía lo que se llamaban las MACHIS, quienes generalmente eran mujeres sabias que practicaban la sanación, ayudaban en los partos y conocían de hierbas y tradiciones. Si bien la figura es preponderantemente femenina, no se descarta la presencia de hombres.

Con esto, no intento sino mostrar argumentos para demostrar que el real concepto de chamán, no era moneda corriente en nuestro continente hasta estos tiempos actuales y “newageísticos”, en que se mezcla chorizo con velocidad, se le agrega picantita y pesto y se vende como una hamburguesa.

Después seguiré al respecto si alguien nace chamán o cualquiera puede hacerse chamán…..

Bendiciones para tod@s!!

Fuente: El brujo (Facebook)

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