Mes celta MUINN (2-29 Septiembre)

La vid: MUINN

A pesar de no ser estrictamente un árbol, la vid tiene asignado un período de 28 días en el calendario druídico arbóreo y en el Ogham, en el que se llamaba Muinn, ocupa el décimo mes y abarca desde el 2 de septiembre al 29 de septiembre del calendario gregoriano. Se asocia a la escritura del sonido M. En su periplo tiene lugar la festividad druídica de Alban Elfed, el 23 de septiembre, que simbolizará el crepúsculo del dios solar, ya que la luz inicia su descenso final en su ciclo anual.

Como la vid no crecía de forma natural en las Islas Británicas e Irlanda, sino que fue importada después de la creación del Ogham, se cree que, originariamente, el signo Muin se refería a la zarzamora (Rubus fruticosus), arbusto espinoso con el que también se elaboraba un vino ritual, aunque después se asimiló a ambas plantas. La mitología celta nos dice que fueron los Tuatha dé Danann los que llevaron a Irlanda con su invasión, la vid. En un inicio prosperó en algunas zonas del sur, pero no logró asentarse como arbusto  silvestre y se utilizaron las zarzamoras como sustitutas, dado que el color de los frutos y la forma de las hojas de ambas se corresponden y el vino de la zarzamora es una bebida alcohólica también, aunque mucho más fuerte que los obtenidos de la uva.

Cabe destacar una especie de geis o tabú que muchos pueblos celtas tenían con respecto al zumo de zarzamora o de la uva. Se decía que no se tomaba pues el líquido pertenecía al pueblo de las hadas. En la Galia, parece ser que el motivo era la locuacidad que se ganaba con su ingestión, en los ya por sí locuaces galos. Es preciso anotar que la mayoría de los árboles en el calendario arbóreo son de bosque y nativos de las Islas Británicas o Irlanda, excepto la vid. Según Robert Graves, este alfabeto habría sido traído en tiempos muy primitivos desde zonas boscosas donde la vid se daba en estado silvestre, y supone que haya sido desde la costa meridional del Mar Negro o incluso Grecia.

La vid es un arbusto, considerado entre los celtas símbolo de vitalidad dado que necesita poco agua para vivir y sólo necesita potente luz solar para dar frutos dulces y gustosos. Ha estado asociada a aspectos mágicos y sublimes entre los celtas, pues recoge entre sus apretados racimos, la esencia y el misterio de la vida.Su fruto; El vino es una bebida mágica, llena de entresijos y de mística. Una armonía perfecta entre la tribu y la naturaleza, simbiosis única, un equilibrio natural con el entorno. La vid es mucho más que un arbusto, representa la magia y vitalidad de nuestro pueblo, una manera de entender la vida.

La tierra, en la que crece la vid, donde hunde sus raíces ancestrales,   guarda en su interior la lluvia como un tesoro y cuando los calores aparecen se esparcen sus energías en forma de racimos con fruto. Sus ojos se tuestan al mirar al sol y recuerdan un paisaje de memoria milenaria, cuando evoca la vida ligada a la naturaleza y a ella misma de nuestros antepasados. Y aún cuando está en la prisión del racimo, el espíritu divino que anida en todo arbusto o árbol aguarda la llegada de un hermano para ofrecerle lo que celosamente ha custodiado, para él, y para todos nosotros. Ya cuando es época de recolecta, las tribus acuden a recoger el codiciado y sabroso fruto porque soñaron con una vid entre sus párpados, porque soñaron con júbilo y alegría en sus vidas, porque soñaron con los días en que el fruto de la vid, ya preparado serviría para sus celebraciones tribales.

En la fermentación, el espíritu divino ayuda en el misterio. Se transforma el azúcar en alcohol y pasa de mosto a vino, de la infancia a la adolescencia. Duerme el sagrado líquido en toneles de roble. Comienza el envejecimiento, donde tomará su carácter y fuerza. Dentro de las astillas de los nobles robles, duerme y mientras sueña, va envejeciendo al lento compás del tiempo, pero siempre en el silencio y la penumbra. Es el elixir mágico conocido por sus capacidades para disolver las fronteras que existen entre nosotros, lo que nos permite relajarnos y relacionarnos más fácilmente con nuestros congéneres. Es el elixir que nuestros sabios druidas de antaño consideraban como bebida divina y medio para llegar a comunicarse con las divinidades y comprender los más profundo de sus enseñanzas y misterios

La capacidad de actuar en mayor o menor medida sobre los modos de percepción normales del individuo. La capacidad de alterar el estado de conciencia de los tomadores de dichas pócimas confiere a la vid y su fruto, la capacidad de estar animadas, porque las visiones inducidas pueden dar lugar a la ilusión, a la intuición de ver a alguna entidad feérica o espiritual sino divina, que vive en ellas o a la de ellas mismas convertidas en tal entidad.

Fuente: Los distritos (los celta)

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