Lugnassad significa: en recuerdo de Lugh

Lugnassad significa: en recuerdo de Lugh. Este recuerdo se dirigía con todo el afecto y reconocimiento igualmente a su nodriza que, según canta la leyenda fue la princesa Tailtiu, hija del rey Maigmor, originario de la Península Ibérica, la cual cuidó a Lugh hasta el momento de llevar las armas. Se dice que en honor a dicha dama el dios estableció juegos y torneos.

Lugh representa en la mitología Celta al dios Sol o, en todo caso, se le emparentaba con este dentro del Olimpo de los dioses de otras culturas, aunque en algunos detalles de su leyenda y teniendo en cuenta ciertos de sus atributos, también podría emparentarse con Mercurio. Sea como fuere, Lugh era sin duda, una de las figuras más importantes en la Cosmogonía Mística Celta. Lugh era el dios de la Luz en contraposición a Balor, su abuelo, que era el Señor de los Inframundos. Balor era el dios y líder de los Fomoree, pueblo de malas personas y que, según cantaban las ancestrales layas, ocuparon la Verde isla de Eyre (Irlanda). De acuerdo con la profecía, Balor sería muerto por su nieto.  Para evitar que se cumpliera la profecía, Balor intentó matar a su nieto, pero Lugh sobrevivió milagrosamente. Lugh se convirtió en un gran guerrero y cuando alcanzó su madurez, se unió al pueblo de la diosa Dana, los Tuatha de Danaan, y junto a ellos emprendieron la lucha contra los Fomoree comandados por Balor. Balor tenía un ojo capaz de matar a quien lo mirara. Lugh consiguió esquivar tan fatal mirada y, arrojando una bola mágica alcanzó al ojo de Balor consiguiendo su muerte.

Lug corresponde al dios Galés Lleu y al gálico Lugos. Hay importantes ciudades que llevan su nombre: Lugo, Lyon, Laon, Leyden. En la actualidad la gente recuerda la figura de Lugh en el Festival  que conmemora el comienzo de la cosecha de Agosto. Este festival corresponde con el mes celta de Lugnassad. Era en este tiempo cuando se escogían los mozos de diferentes pueblos y comarcas entre sí para pasar el invierno juntos. De ahí que fuera también la Fiesta de las Bodas Celtas. El Lugnassad era de vital importancia para las relaciones sociales y comerciales. Las fiestas duraban entre dos y tres semanas haciéndose numerosas actividades y competiciones. También había bailes y música donde los bardos cantaban las antiguas leyendas y los mozos y mozas de diferentes localidades se daban a conocer para futuros emparejamientos. Siempre había abundante comida y bebida en estas fiestas y se renovaban los lazos de amistad y mutua ayuda entre los diferentes clanes y poblados de las comarcas.

Se bebía la famosa hidromiel, bebida de los dioses a la que se le atribuían numerosas cualidades, produciendo el éxtasis y visiones del más allá. Se aconsejaba que los recién casados en Lugnassad tomasen, en la Luna Llena siguiente, este brebaje maravilloso en especial si querían tener un hijo varón. De aquí proviene lo de “Luna de Miel”.

Los casamientos que se hacían en esta época del año tenían fecha de caducidad, ya que el compromiso inicial era de pasar el invierno juntos hasta la llegada del Beltane, donde en presencia del Druida (en la remota antigüedad era delante de la Maga), podían decidir cualquiera de los dos dejar la relación o renovar los votos hasta la próxima primavera. Si decidían continuar con la relación, confirmaban el matrimonio bailando alrededor de robles sagrados. Era normal que los matrimonios se renovasen año tras año, pero aun así era posible la ruptura de las relaciones al llegar Beltane.  Si la relación se rompía, cada uno se iba por su lado, sin mayores consecuencias. ¿Qué sucedía con los hijos nacidos de la pareja? Los hijos eran cuidados y educados por todos los miembros del clan. De todos modos la madre y el padre tenían especial cuidado con ellos, la madre en sus primeros años y después el padre que solía educarlos en los oficios, en la agricultura o la caza. Los matrimonios eran de antiguo cosa de las Magas (Meigas) pero con la llegada de las costumbres patriarcales pasaron a ser oficiadas por los Druidas, quienes actuaban de testimonio de la alianza y de juez cuando se producían las rupturas.

Hay un símbolo celta especialmente relacionado con todo esto, es la Peña de los Enamorados, así como la Peña Furada (que también pasó a ser un roble agujereado en otras regiones). La piedra Furada era una peña que tenía practicado un orificio de uno a otro lado. Se decía que era mágica (de las magas). En ella debían juntar las manos los enamorados para confirmar delante de la Madre Tierra su renovado compromiso de amor. También se hacía uso de este mágico orificio para hacer promesas sagradas, cogiéndose los contrincantes y jugadores las manos a través del orificio de la piedra, peña o roble.

En la antigua Iberia, cuando esta época arribaba las luchas tenían tregua por ser tiempo de recogida de cosechas.  Nadie rompía esta norma excepto quienes nada tenían que ver con ella, como así hicieron en algunas ocasiones nuestros invasores.

Si queremos conocer nuestro origen debemos saber de nuestras tradiciones ancestrales y el Lugnassad forma parte ellas. El nombre que recibía en la península ibérica era otro, tal vez Ogitober (abundante cosecha de los iberos) aunque no lo sabemos con certeza. Por cierto, el año estaba dividido en ocho estaciones de igual modo a como el día estaba dividido en ocho “ahoras” o periodos. En todo caso, muchas de las celebraciones antes citadas formaban parte de nuestro acerbo y aun son celebradas por quienes las tienen aun muy presentes. Han ido pasando de padres a hijos y de madres a hijas hasta llegar a nuestros días. Por el camino se han ido añadiendo cosas y otras se han ido perdiendo pero, el espíritu de nuestro pasado sigue aun vivo pese a quienes lo han querido hacer olvidar a sangre y fuego.

Escrito por Alman ©2010

Fuente: http://iberaldea.es

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