GOLEM

La palabra Golem es utilizada en la Biblia (Salmos, 139:16), pero es en la literatura talmúdica donde se ha desarrollado, siendo en la tradición judeocabalística en la que se le han ido añadiendo atributos a esta figura elemental. Un Golem se refiere a la creación mágica de una especie de hombre, a imitación del acto divino de la creación de Adán por Dios; esta figura simbólica responde a la materia animada de modo artificial, informe, o Adán antes de que le fuera insuflada el alma. Según la tradición cabalística, grandes maestros de la doctrina secreta dominaban el arte de infundir, mediante el uso correcto de la palabra creadora, una especie de vida falta de entendimiento en un ser humano formado de barro. Los relatos más conocidos se refieren al Rabino Eleazar de Worms, pero sobre todo a la leyenda del Rabino Jehuda Löw ben Bazalel , quien fue contemporáneo del emperador Rodolfo II, y que creó un Golem para defender el ghetto de Praga de las represiones antisemitas, así como para atender el mantenimiento de la sinagoga.

Erich Fromm, en su libro Y seréis como dioses, analiza las líneas principales del pensamiento bíblico y rabínico, en las que el hombre puede hacerse como Dios, pero no puede hacerse Dios. Observa que hay afirmaciones rabínicas que implican que la diferencia entre Dios y el hombre pueden eliminarse. Una afirmación que expresa la idea de que el hombre puede llegar a ser el creador de la vida, como lo es Dios, se encuentra en el pasaje siguiente, que cito nuevamente en la cuarta de las versiones que enumero de Scholem: “Rabá dijo: Si los justos lo quisieran, podrían (llevando una vida de absoluta pureza) ser creadores, porque está escrito: pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios” (Is. 59:2). (Rabá interpreta mavedilin con el sentido de “hacer distinción”. Si no fuera por sus iniquidades, su poder sería igual al de Dios y podrían crear el mundo.) Rabá creó un hombre y se lo envió al Rabí Zera. El Rabí Zera le habló, pero no recibió respuesta. Por lo tanto le dijo: “Tú eres una criatura de los magos. Vuelve al polvo” (Sanedrín 65b). La idea de que el hombre ha sido creado a imagen de Dios lleva no solamente al concepto de la igualdad del hombre con Dios, o aun a la libertad respecto de Dios, sino que también lleva a la convicción humanística central de que todo hombre lleva en sí mismo a toda la humanidad.

Sobre la leyenda del Golem ha habido bastantes variaciones, que constituyen per se, nuevas leyendas. Pero la idea general de la creación se mantiene en todas ellas. Dios toma un terrón de tierra (Adán quiere decir tierra roja en hebreo —Adamá es tierra y Adom es rojo), le insufla vida y crea a Adán, que para los cabalistas es el primer Golem . Ha sido creado por la palabra divina, por un soplo de vida.

En la Cábala se dice que el nombre de Dios es todo el Pentateuco, pero que las cuatro letras que forman el nombre de Dios están mezcladas. Por lo tanto, si del análisis matemático del libro sagrado, alguien alcanzare o llegare al nombre de Dios y supiera pronunciarlo, podría crear un mundo, incluido un Golem también, un hombre.

Se supone que si un rabino llega a descubrir el secreto nombre de Dios y lo pronuncia sobre una figura humana hecha de arcilla, ésta se anima y se llama Golem. Una variante de esta leyenda dice que se inscribe en la frente del Golem la palabra EMET (verdad, en hebreo). El Golem crece y hay un momento en que es tan alto que su creador no puede alcanzarlo. Entonces le pide que le ate los zapatos, el Golem se inclina y el rabino sopla y logra borrarle el aleph ( E ) o primera letra de EMET. Queda MET (muerte) y el Golem se transforma en polvo. Del polvo vienes y al polvo retornarás.

El célebre escritor y poeta argentino, Jorge Luis Borges ha escrito un poema de dieciocho versos sobre la Leyenda de Golem, que paso a reproducirlo.

EL GOLEM

Si (como el griego afirma en el Cratilo)
El nombre es arquetipo de la cosa
En las letras de rosa está la rosa
Y todo el Nilo en la palabra Nilo.

Y, hecho de consonantes y vocales,
Habrá un terrible Nombre, que la esencia
Cifre de Dios y que la Omnipotencia
Guarde en letras y sílabas cabales.

Adán y las estrellas lo supieron
En el Jardín. La herrumbre del pecado
(Dicen los cabalistas) lo ha borrado
Y las generaciones lo perdieron.

Los artificios y el candor del hombre
No tienen fin. Sabemos que hubo un día
En que el pueblo de Dios buscaba el Nombre
En las vigilias de la judería.

No a la manera de otras que una vaga
Sombra insinúan en la vaga historia,
Aún está verde y viva la memoria
De Judá León, que era rabino en Praga.

Sediento de saber lo que Dios sabe,
Judá León se dio a permutaciones
de letras y a complejas variaciones
Y al fin pronunció el Nombre que es la Clave

La Puerta, el Eco, el Huésped y el Palacio,
Sobre un muñeco que con torpes manos
labro, para enseñarle los arcanos
De las Letras, del Tiempo y del Espacio.

El simulacro alzó los soñolientos
Párpados y vio formas y colores
Que no entendió, perdidos los rumores
Y ensayó temerosos movimientos.

Gradualmente se vio (como nosotros)
Aprisionado en esta red sonora
De Antes, Después, Ayer, Mientras, Ahora,
Derecha, Izquierda, Yo, Tú, Aquellos, Otros.

(El Cabalista que ofició de numen
A la vasta criatura apodó Golem;
A estas verdades se refiere Scholem (1)
En un docto lugar de su volumen) (2)

El rabí le explicaba el Universo
«Esto es mi pie; esto el tuyo; esto la soga»
Y logró, al cabo de años, que el perverso
Barriera bien o mal la sinagoga.

Tal vez hubo un error en la grafía
O en la articulación del Sacro Nombre;
A pesar de tan alta hechicería,
No aprendió a hablar el aprendiz de hombre

Sus ojos, menos de hombre que de perro
Y harto menos de perro que de cosa,
Seguían al rabí por la dudosa
penumbra de las piezas del encierro.

Algo anormal y tosco hubo en el Golem,
Ya que a su paso el gato del rabino
Se escondía ( Ese gato no está en Scholem
Pero, a través del tiempo, lo adivino)

Elevando a su Dios manos filiales,
Las devociones de su Dios copiaba
O, estúpido y sonriente, se ahuecaba
En cóncavas zalemas orientales.

El rabí lo miraba con ternura
Y con algún horror. ¿Como, (se dijo)
Pude engendrar este penoso hijo
Y la inacción dejé, que es la cordura?

¿Porqué di en agregar a la infinita
Serie un símbolo más? ¿Por qué a la vana
Madeja que en lo eterno se devana,
Di otra causa, otro efecto y otra cuita?

En la hora de angustia y de luz vaga,
En su Golem los ojos detenía.
¿Quién nos dirá las cosas que sentía
Dios, al mirar a su rabino en Praga?

(1) Se refiere al escritor Geshom Scholem
(2) El libro se titula; El simbolismo de la Cábala

Fuentes: Sepher Yezirat, Web Contadores, Noemagico

Un comentario

  1. Me encanta este artículo, gracias por subirlo. Me alegro que la web siga en marcha! 🙂

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.