El elemento Aire

El Aire es pensamiento. Es movimiento, contacto, comunicación, y los impulsos de la
mente. Es la flexibilidad de acción – lo rápido, lo alerta, lo chispeante y lo nuevo. Se estira
hacia afuera y hacia arriba, hacia abajo y hacia adentro. Es flotante, flexible, cede ante
el estado de ánimo, y sin embargo es aún fuerte y persistente.
El Aire es primavera, la inocencia y la vibración del principio de una nueva estación,
el brote de las hojas desde las semillas de la mente, y la fe en uno mismo, y la creencia en
el propio destino. El Aire toca el color del Sol, y capta el pensamiento de la vida.
Es la respiración del ser vivo. Si pudiéramos verlo, sería de color Amarillo.
El Aire es hijo de la Sabiduría, nuevo en la vida, de ojos abiertos, expectante y
apresurándose precipitadamente a la luz. A veces tormentoso, sopla, baila, fastidia,
busca, pregunta, desarrolla y respira. Se esfuerza en aprender y enterarse. Puede
rugir, aullar y atormentar.
Es el suave toque de la inspiración – la fresca brisa primaveral de la razón, danzando en
nuestros cabellos cuando caminamos por el valle del descubrimiento. Tiene la inocencia
de los corderos retozando en la colina, y el estallido súbito de la luz encima de la
oscuridad del horizonte.
El Aire es la Espada de nuestra protección, un valiente retador a la voz de la emoción y del deseo. Crece, y en su crecimiento da nacimiento una y otra vez, lanzándose,
arrastrando, haciendo olas en las aguas, ondula en los árboles de la tierra y
abanicando el fuego del hogar en nuevas llamas. También puede cabalgar en la
tormenta de su propia hechura. Sopla polvo en la cara de la estabilidad, convierte las
ascuas en un furioso infierno y castiga las peñas en el mar, blanco con el rocío del
ventarrón aullante de un amargo viento del este – la razón convertida en un disturbio.
El Aire es una idea, un pensamiento objetivo, una llamarada de inspiración e ingeniosidad.
Es el brillo del genio, o la inquieta agonía de una mente atormentada. Es el nacimiento de
la comunicación, que yace en el Este, donde la fe y el día empiezan. El Aire es el alba de la
conciencia a través de las brumas de la inocencia, y es el heraldo de la Inteligencia
del Espíritu cuando respira sobre la tierra.

El Aire dentro de nosotros
¿Alguna vez te han perseguido las hojas en otoño, y te has reído cuando saltaron sobre
tus pies? ¿O has ofrecido la cabeza al viento mientras caminabas en los abiertos espacios
del campo? El Aire tiene que ver con nuestro pensamiento y nuestra razón, y para
expresarlo necesitamos comunicarnos, lo mismo que una brisa juguetea con nuestros
cabellos, luminosa, brillante y fácil.
Como elemento, es casi totalmente incontenible pues no podemos verlo. No es
sólido como la Tierra, o ardiente como el Fuego, o fluido como el Agua. Si tratamos de
cogerlo, obtenemos un manojo de nada, lo mismo que si tratamos de coger un
pensamiento, que se resbala de nuestro agarre. Los pensamientos y las palabras no
nos pertenecen, así como el Aire no está bajo nuestro control. Probablemente todos hemos experimentado el sentimiento de “tener la mente en blanco», o haber «quedado sin palabras.»
A menudo hablamos de salir a tomar aire fresco para «despejar las telarañas,» pero
¿cuantos de nosotros nos hemos tomado un momento para estudiar el viento y su acción, para luego compararlo con nosotros? Asimila el proceso de comunicación al elemento Aire, y verás cómo el contacto es refrescante y ligero, continuamente en movimiento y cambiable.

El Aire no le debe nada a ninguno de los otros elementos, pues él es el amo de su
propio destino; sin embargo, cuando está atrapado en bolsillos de agua o de tierra,
puede volverse pesado y opresivo por falta de movimiento. El Aire nació para ser libre, así como nuestras mentes deben permanecer claras y ágiles, sin ser nubladas por la
emoción o el prejuicio.
Demasiada estabilidad puede amortiguar la alerta y la originalidad, pero demasiadas
preguntas pueden cegarnos a la simplicidad del sentido común. Compara el viento en las
diferentes estaciones del año, desde la ligereza de una brisa primaveral hasta los
vientos helados de pleno invierno, y mira cómo pueden afectar a los otros elementos, y
a ti y tu naturaleza.
¿Cómo usas tus pensamientos? ¿O tus pensamientos te usan, dominan tu vida? ¿Por
qué no comenzar a llevar un diario de lo que percibes sobre ti mismo, y comenzar a buscar
quien eres verdaderamente?

Cuando has perdido tu camino…

Sal y camina en la brisa o en el viento. Siente como acaricia tus cabellos. Es fresco y
calmante. Respira profundamente, y date cuenta de la paz que se puede lograr al
permitir que tus pensamientos fluyan libres.
Nadie tiene el poder de controlar estos pensamientos excepto tú.
El Aire es acerca de la libertad y la verdadera paz mental. Trata de la fe en ti mismo y de
creer en este gran universo que te ha dado la vida. Es acerca de la verdad- y sobre todo, la
verdad que eres tú.

ELEMENTALES DEL AIRE- PARALD

Si estás de pie en la bruma mañanera y miras hacia el cielo, justo cuando el sol se eleva,
puede que tengas la suerte suficiente para captar un resplandor fugaz de una forma
brumosa y oscura de azul neblinoso saltando entre las nubes en el borde del viento. Este
es Paralda, y su Reino está alrededor nuestro, pues él es el Señor del Elemento Aire, y
reside bajo la jurisdicción del Arcángel Raphael, su Amo.
Cuando quiera que se invoque la protección de Raphael, se puede ver a Paralda
emergiendo al lado de él, listo para desempeñar su papel; juntos dirigen y
comandan el movimiento del Aire y los esquemas del pensamiento alrededor de la
tierra. Quienes ven a este Rey Poderoso, dicen que surca por los cielos con alas de
telaraña, sus ondulantes cabellos con rayas de luz del sol, y sombreados con la blancura
grisosa de las nubes que lo rodean. Sus ojos son de plata, rayos de luna rasgados,
danzantes y alertas; la forma tenue de su cuerpo desmiente su fuerza, pues aunque
puede parecer tan suave como el toque de la primavera en tu mejilla, su poder es tan
salvaje e imprevisible como un aullante viento del este.
Se nos dice que, con solo una mirada, puede captar los secretos de nuestros pensamientos
más profundos en el momento fugaz de su fija mirada penetrante, y cuando habla lleva
en su voz el sonido arrullador de los breves ventarrones de verano, o de las leves brisas
otoñales. Es por el aliento de las órdenes de Paralda que controla a los seres elementales
diminutos de su reino, conocidos como los Silfos. Prontos y graciosos, se reúnen para
rodearlo, con sus plateadas formas etéreas e indefinidas de duendes.
Se dice que se los puede oír a menudo susurrar en las copas de los árboles, mientras
que circulan por los cielos con los pájaros del aire. Pero tenemos que ser rápidos para
darles un vistazo, pues siempre están en movimiento, siempre cambiando de forma,
subiendo y deslizándose, surcando y bajando en picada, delgados bailarines sin esfuerzo,
tremando en la respiración del viento.

Fuente: Orden del Leon Blanco

Un comentario

  1. Precioso texto, me ha gustado mucho su lectura

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