La entrada abierta al palacio cerrado del rey

Parafraseando el título del libro de Ireneo Filaleteo, pues es así como veo yo mi tránsito por la wicca desde que fui iniciado en 2º grado. Miro el simbolismo del pentáculo invertido y veo una entrada, la entrada a una oscura caverna, es una entrada estrecha donde hay un camino incómodo para recorrer, estorba todo, hay que dejar todo y enfrentarse sin nada.

Sobran las ideas preconcebidas, la carga de los conocimientos adquiridos, porque todo es nuevo. “Para ir a donde no sabes, debes ir por donde no conoces”. En este momento ese dicho se hace realidad, porque el camino se alarga por un terreno desconocido: yo mismo.

Como en el cuento medieval de Sir Gawain y el caballero verde, encuentro obstáculos, luchas, enemigos, que no dejan de ser parte de mi y que debo enfrentar (no combatir) porque no se trata de anularlos…sino de asumirlos…de aceptar lo que son y como son…pues son parte de mi.

Aparte de este tránsito, también está la nueva responsabilidad de la enseñanza y formación a otros miembros del Coven, o a otras personas. Sin embargo, es complicado, porque siempre surge la duda de si estaré a la altura y eso me hace investigar más, por eso parece que, a veces, esté como desconectado, aunque no sea así.

Pero la función más importante es la de que, desde ahora, puedo dar alojamiento a la divinidad. La función mas importante y la mas delicada, porque me obliga a hacer de mí mismo un templo.

Pero es el camino que debo recorrer, el camino que acepté recorrer en su momento y el camino que quiero acabar.

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