La Rueda del Año (Samhain)

Para nosotros los Wicca el final del ciclo anual y el comienzo del siguiente sucede en Samhain, esta festividad comienza la noche del 31 de Octubre.

Para nosotros un día comienza a la puesta del sol y termina momentos antes de que este se oculte, en lugar de la media noche oficial. Por tanto no es de extrañar que año comience cuando la parte de oscura del año se hace notar.

Samhain o Samain [/ˈsˠəu̯nʲ/], en gaélico, significa “fin del verano”. Esta festividad que celebraban todos los pueblos celtas, tradicionalmente marcaba el final de la recogida de las cosechas. Todo lo que no se hubiese cosechado o recogido de los campos antes de esta noche ya no se podía recoger, lo que queda en los campos era para Cailleach y los Sidhe o Elf. Es decir para los espíritus.

En esta época de año los velos que separan los dos mundos son más tenues. No es que un día de pronto se descorran los velos sino más bien es un proceso lento y cuyo punto más álgido coincide con esta festividad. Cuando las fronteras, los velos, entre los mundos son más tenues, la comunicación entre estos es más fluida. Y es más fácil viajar de un mundo a otro. Es un buen momento para comunicarse con los que nos han precedido a Caer Arianrhod. Al igual que los habitantes del Sidhe pueden visitarnos, nosotros podemos visitar las Tierras de la Eterna Juventud y compartir con las hadas, pero hay que tener cuidado de estar de regreso antes de la salida del Sol.

Los velos son levantados por la Diosa para dar paso al Señor de la Vida que deja este mundo, muere, para nacer como el Dios de la Muerte en el mundo de los espíritus. Ella le acompaña hasta las puertas de su Castillo, más allá de las estrellas del Norte (Corona Borealis), donde reinará hasta Beltane.

En esta noche al igual que los espíritus pueden transitar por este mundo también pueden hacerlo aquellos que nos han dejado y ahora descansan en la Tierra de la Eterna Juventud y hacernos una visita, por lo que es costumbre poner un plato más en la mesa, al igual que poner velas en las ventanas para guiar a aquellos que quieran acompañarnos y compartir la comida, las canciones y los relatos junto al fuego. Pero tampoco nos olvidamos de aquellos que ya no tienen familia, o de los duendes y hadas que se adentran en nuestro mundo, por lo que se saca alimentos, a modo de ofrenda, a las puertas de las casas y a los caminos.

Muchas de nuestras costumbres, como ofrecer caramelos o colocar calabazas en las puertas, derivan de estas antiguas costumbres.

Gaia.

Alta Sacerdotisa,

 “El Caldero de Cerridwen” Greencraft

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